maximob.jpg

Un volcán en el Pajariel

28/09/2021
 Actualizado a 28/09/2021
Guardar
El monte Pajariel resulta más que familiar en Ponferrada y se supone que también en todo el Bierzo. Lo estoy viendo mientras escribo. Parece más que improbable, casi imposible, que en él se hiciera una grieta por la que empezaran a salir ríos del fuego que hay en el interior de la tierra, o sea, un volcán. La lava caería directamente al río Sil y, lejos de apagarse, podría formar tal vez una presa que daría lugar a un nuevo embalse. En grandes cantidades seguro que arrasaría más de un edificio y, aunque muchas casas son altas, quizá bastaría con que tocara a la planta baja para derribarlas. Sería una verdadera catástrofe. Afortunadamente todo esto es ficción. Pero el hecho de imaginarlo nos puede ayudar a ponernos en el lugar de aquellos que están viviendo en sus carnes el drama de ver destruirse sus viviendas y sus tierras sin poder hacer nada para evitarlo. Desgraciadamente en el mundo ha habido muchos volcanes, terremotos, inundaciones, hambrunas… y nos limitamos a ver las imágenes del televisor, cómodamente sentados en el sofá, con la más absoluta indiferencia.

Ahora, como nos toca un poco más de cerca, tiene más cobertura mediática, pero pronto caerá en el olvido, como suele ocurrir con este tipo de desgracias, aunque las víctimas sigan años y años sufriendo las consecuencias. Como a nosotros no nos afecta… Pero ¿y si una noche un pequeño terremoto o algo parecido reventara la presa del Pantano de Bárcena?

Lejos de mi intención meter el miedo en el cuerpo y ser profeta de calamidades. Pero estos fenómenos de la naturaleza, al igual que las enfermedades y otras contingencias, y muy especialmente la muerte, ponen en evidencia nuestras limitaciones y deberían ser un freno a nuestra tentación de autosuficiencia y también de nuestro egoísmo.

Pongámonos ahora en el lugar de aquellos que ven con impotencia cómo la lava va sepultando todo, dejando tan solo quince minutos para recoger lo que parece más imprescindible. Esto debería hacernos pensar que en nuestra vida, a pesar de nuestro afán de poseer, en realidad casi todo es prescindible y que es mucho lo que podríamos compartir con los demás. Y, aunque nos parezca que nosotros no vamos a pasar por esas situaciones angustiosas, estamos muy equivocados, porque ese día llegará. No hace falta que explote ningún volcán o reviente ningún pantano para quitarnos absolutamente todo. Se trata de algo tan normal, seguro e inevitable como la muerte. Tan solo llevaremos el bien que hayamos podido hacer.
Lo más leído