"La seta y la liebre junto al camino se encuentran" dice el refrán. Una creencia de las muchas que engordan el acervo popular sobre la recolecta de ejemplares del reino fungy. Menos conocido es que los ansiados carpóforos, el término científico para referirse a lo que popularmente se conoce como seta, no deja de ser el aparato reproductor del hongo que equivaldría en un ejemplar del reino vegetal, un árbol, por ejemplo, al fruto, una manzana.

Para explicar estas cuestiones la Universidad de León (ULE) reunió ayer en el parque del monte San Isidro a los participantes en una ruta micológica, encuadrada en el programa de las fiestas patronales de San Alberto Magno de la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales. El paseo guiado por el profesor Arsenio Terrón, autor también del ‘Atlas fotográfico de los hongos de la Península Ibérica’ y ponente en las jornadas micológicas de la Asociación San Jorge, ha permitido aumentar el conocimiento de los participantes sobre estos frutos de la naturaleza y desterrar creencias colectivas erróneas. Verbigracia: según la creencia popular las setas que aparecen comidas por otros animales son comestibles. Error. Ha sido probado que especies como la amanita phalloides puede engordar a un conejo mientras en la población humana es responsable del 90% de las muertes.

Por todo ello, iniciativas como la de la ULE se encaminan a aumentar el conocimiento sobre estos manjares que pueden ser mortales. Es importante poder identificar una seta por su pie, la forma de su sombrero, la textura de su cutícula los pliegues o poros, etcétera. Así, con unas pautas claras se puede saber que si al corte desprenden una especie de líquido lechoso similar al látex seguramente se trate de algún lactarius. Y no hace falta una carrera. Con paciencia y una buena guía se pueden desentrañar los secretos que encierran estos misteriosos seres vivos sirven para alimentar no solo sabrosas composiciones culinarias, sino también la curiosidad de los amantes de la naturaleza.
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