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Un político reivindicativo

22/04/2021
 Actualizado a 22/04/2021
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El alcalde José Antonio Diez no se arruga. Sigue con la espada por delante. En la lucha. El martes publicaba una tribuna en este periódico (‘Jurar por Castilla’), en la que, de nuevo, volvía a subrayar que León no es tierra de castillos ni de horizontalidades vanas. Ni de movimientos y fiestas comuneras. Ni de teatrillos conmemorativos. León es un lienzo de montañas bizarras, de valles inmensos, de praderas bravas, de ríos espléndidos…y, en su conjunto, de paisajes inimitables e interminables. Y también lo es, sin enmiendas ni raspaduras, de crónicas inextinguibles –‘sin León no hubiera España’, como recuerda el himno-, que acreditan en el epinicio a la leonesa, ‘que antes que Castilla leyes, concilios, fueros y reyes dieron prestigio a León’.

Y a León, que lo han dejado de la mano de dios y al abur del tiempo, le tienen desgarradas las costuras y el futuro desde la postiza central vallisoletana, mediante unas políticas autonómicas que se acogen a la agudeza sentenciosa –que así define el término refrán el diccionario de la RAE– de ‘prometer y no dar, no descompone casa’. En este caso, no desarregla en su ánima común la de las los dominios del Pisuerga, que son los que se llevan las peladillas y el ‘turrón’, como explicaría un castizo de toda la vida.De los de rompe y rasga. De los que dicen los que piensan.

De manera, que la pregunta es obligada: ¿Quién defiende a León? ¿Quién vela porque se produzca una resurrección de sus variados territorios, que cada día se desintegran un poco más? ¿Quién tiene los bemoles de aporrear la puerta hasta que la abran?... Si ni siquiera se atreven a rozar el llamador quienes estarían obligados a ellos. Palabrasy más palabras, revoltijos de propuestas y ningún hecho. Lo mismo, exactamente igual que desde hace cuarenta años.

Por eso resulta gratificante que el alcalde de León, en contra de las directrices de su partido y las conspiraciones internas que ello conlleva, con valentía y dignidad personal continúe abogando por un futuro mejor y más justo para el territorio. Para sus gentes. Para las futuras generaciones, que se merecen nacer y morir junto a sus raíces. Eso sería lo justo. Lo demás, un despropósito que, no por anunciado, va a terminar convirtiendo a León en una casa de beneficencia. O en una reserva. O en un erial.

Y ante eso es por lo que se rebela José Antonio Diez, a quien no le tiembla el pulso para mantener sus postulados. Mientras él se viene jugando su futuro político sin dar un paso atrás, otros, apesebrados, miran para las nubes y se ponen de perfil. Como si el asunto no fuera con ellos. Vengan días y caigan ollas.En tanto en cuanto que aparezca ‘santa nómina’ y no se les pida otras cuentas… que León siga desangrándose. Y pudriéndose.
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