Un paisano y un largo anecdotario en Puebla de Lillo

Hay corros que parecen propenses a ser protagonistas del largo anecdotario de la lucha leonesa, uno es este

Fulgencio Fernández
27/07/2020
 Actualizado a 27/07/2020
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Hay corros que parecen propensos a ser protagonistas del largo anecdotario de la lucha leonesa, inagotable. Uno de ellos parece el Corro de las Nieves de Lillo... «el corro de los tiros», te dirá alguien nada más que lo comentes pues esta cita «está condenada» a que se repita siempre con tintes mucho más épicos de lo que realmente fue, como suele comentar uno de los que estaba allí, el gran Tomás Domínguez: «No fue para tanto, se montó una tremolina, como tantas veces, pero había un guardia joven, que nunca había visto un corro y se puso nervioso. Los disparos fueron al aire, nada».

Cómo para asustar a Tomás, el luchador más representativo de Lillo, el de las batallas épicas con Juanito Hidalgo, el de tantas cosas, como cuando en pleno franquismo, en un Provincial se negó a saludar con la mano derecha el alto y alzó su puño, de militante comunistas, acabó en manos de la guardia civil. Pero Tomás, ganadero y gran luchador, de tremenda fuerza, es ante todo un paisano, un buen paisano.

Otro personaje singular fue Anibal, El Desconocido de Redipollos, aquel que llegó a un corro en la montaña «e hizo una siega de rivales tremenda»!, cuando le preguntaron cuál era su nombre dijo que ‘El desconocido’. Lo de Redipollos lo aclaró un espectador.

También en Lillo fue donde Miguelín le hizo un agujero en el suelo a Nano Urdiales para meterle el pie y decirle aquello de «la lucha es así»; en Lillo nacieron algunas de las revueltas más enconadas contra los estamentos oficiales de la lucha; allí dieron un armario de premio, de tres puertas, que ganó Nano Urdiales y fue a por él con la bicicleta.
Y como en Vegamián se han quedado sin patria y Lillo es la tierra más cercana es buen momento para acordarnos de Sindín el de Ferreras de Vegamián, el llamado ‘campeón enfermo’. Quedó perdido en el monte durante semanas en la guerra con la secuela de una grave enfermedad pulmonar que le mantenía en cama durante meses. Vivió una mejoría dos años coincidiendo con el Provincial y Gumersindo se llevó los dos títulos a su casa, una gesta difícil de calificar. Digna de Lillo.
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