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‘Un mundo feliz’

06/06/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Un mundo feliz no siempre es un mundo mejor. Tal vez esa es la conclusión más simple que se puede sacar de la distopía creada por Aldous Huxley. 'Un mundo feliz' comienza con la visita a una fábrica en la que se crean continuamente humanos que realizarán una única tarea en la sociedad. Algo similar ocurre en el actual sistema universitario que estos días con la 'Selectividad' vive sus días de máxima producción de futuros títulos.

Las cifras de paro juvenil acreditan que, en algún momento, esta fabricación en serie se le fue de las manos al Gobierno de turno que jamás intentó con la bancada de enfrente un Pacto por la Educación. La evidente superpoblación de universitarios también se advierte en oposiciones como la que ayer publicábamos: 12.463 maestros para 1.026 plazas. Un 8% que, por supuesto, no es el caso más sangrante.

Con una edad con la puedo mirar a la Universidad con cierta perspectiva sin que ello me impida escaparme a alguna que otra espicha, considero que se necesita una vuelta de tuerca para no seguir generando promociones en las que su grueso de alumnos se vean abocados a un frustraste desempleo. Una vuelta de tuerca, necesariamente pública, que huya de cualquier elitismo pero, al mismo tiempo, no permita entrar con un 4 sobre 14. Que garantice la igualdad real de oportunidades y que pueda plantear alternativas eficientes, sobre todo laborales, a toda la sociedad ya sea universitaria o no. Esa Universidad pública debe ser el soma con el que drogar a las próximas generaciones para huir de 'Un mundo feliz'.
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