08/09/2021
 Actualizado a 08/09/2021
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A estas alturas, la sequía está en los campos, pero no así en los informativos, como pasaba antes. Y es que los miembros del gobierno, con sus esparavanes, no nos dejan descansar.

Vuelve el Presidente de Lanzarote, que descansó en la Mareta, el palacio que en 1980 Hussein de Jordania, regalo al Rey Juan Carlos y que éste, a su vez, donó a Patrimonio Nacional. Bien podría haberlo vendido y quedarse el dinero, que ahora le reclama la odiosa Agencia Tributaria. En comparación con la actitud del Monarca, este gobierno no da nada –más bien pilla– salvo disgustos e inquietudes.

Es tal el empacho, que ya no sabemos dónde nos encontramos.

No puedo olvidar el ridículo de Sánchez, asediando al presidente de los EEUU. Debería saber que la mayoría de las guerras protagonizadas por dichos Estados, han sido contra el comunismo. Incluso internas, como la del senador Mc. Carthy, que limpió de comunistas el país, en su campaña conocida como «caza de brujas». De las cuales. El actual gobierno, está plagado: Podemos, el niño Garzón, y otros tantos inefables. Con ésta comparsa ¿cómo pretende ser respetado por Biden? Evidentemente, Sánchez se quiere, pero otros no quieren ni verlo. En su descargo, decir que «se ha hecho a sí mismo», aunque no ha quedado bien.

Resulta patético, ver cómo en las cumbres europeas, todos le dan la espalda. Se sienta donde le dejan y lo miran, como al falso amigo que viene a darnos ‘un sablazo’. ¡Lagarto, lagarto! Caso paralelo fue la ronda de Irene Montero por Europa, para tratar con sus homólogos. Hizo el ridículo, porque ningún estado tiene un ministerio semejante, ni una ministra como ella.

Se aferra el Presidente a lo de las vacunas. Los muertos habidos y por haber, no cuentan. Y, con el barullo de las autonomías, se montó un guirigay de mil demonios al que no se presta atención.

La cosa ya empezó mal. El Inútil de Simón, titubeando y mintiendo una y mil veces. Ya no lo veo, pero alguna responsabilidad tendría que asumir él, o quién lo puso. No fue mejor el ministro Illa, que abundó en el engaño del equipo de ‘investigadores’ inexistente, y se piró a sus asuntos secesionistas. Esto de escapar es algo habitual en este gobierno: Iglesias, Illa. Los ministros caídos en desgracia y los votos para Ayuso. Al propio Sánchez también le gustan las escapadas. Viajes por todo el mundo, improductivos para el país.

No podemos olvidar el año escolar, a punto de iniciarse. Ni a los docentes, expuestos a la ira de los papás modernos y sus vástagos, que, hagan lo que hagan, pasarán de curso.

Como todo puede empeorar, llegó Celaá, como un elefante en una cacharrería. Recientemente fue cesada, pero nos dejó algunos recaditos: Arrinconó el idioma español; acosó a los colegios concertados –muy valorados por los ciudadanos para formar a sus hijos–. Y, entre otras cosas, puso el punto de mira en la sexualidad de los niños, que van a jugar ‘a los médicos’ en el aula. Más que una ley, parece una obsesión.

Cuando ésta dijo que «los hijos no pertenecían a los padres» no eran unas palabras gratuitas. Debimos ponernos en guardia y sospechar pensar que algo andaba tramando.

La cuestión, es dejar que los niños sigan siendo niños mientras puedan. Y pare eso, no hacen falta experimentos.
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