Un leonés en ‘la ONU’ de los seminaristas

Marcos García es el único leonés entre los 14 seminaristas que se forman en el Seminario Redemptoris Mater de León (antiguo Seminario Menor)

Fulgencio Fernández
21/03/2021
 Actualizado a 21/03/2021
Rommel (Ecuador), Álvaro (España), Rommy (Ecuador), Genaro (EE.UU.), Javier (E), Marcos, Ricardo (Venezuela), Felipe (E) y Marco (Italia). | MAURICIO PEÑA
Rommel (Ecuador), Álvaro (España), Rommy (Ecuador), Genaro (EE.UU.), Javier (E), Marcos, Ricardo (Venezuela), Felipe (E) y Marco (Italia). | MAURICIO PEÑA
Van saliendo para la foto de familia, en traje que es el Día del Seminario, y su formador —Maciej Jurczyk— va diciendo su nombre y nacionalidad: Rommel y Rommy son de Ecuador, Álvaro y Felipe de Murcia, Genaro de Estados Unidos, Ricardo de Venezuela, Javier es valenciano, Marco de Italia y un leonés, Marcos García, de 23 años, que realiza su primer curso pues se ha incorporado este año. Faltan los que están en la fase de misiones, que sumarían nuevas nacionalidades: Venezuela, Colombia y República Dominicana, más la polaca de su formado, Maciej Jurczyk, al que en sus parroquias conocen por Matías, «para no liarles», explica en su perfecto castellano.

Son esta verdadera ONU de los seminaristas, que el viernes celebraban su fiesta del Día del Seminario, los integrantes del Seminario Redemptoris Mater, ubicado en el antiguo seminario Menor de la carretera de Asturias. Muchos leoneses llamaban a este lugar «la fabricona» pues recordaban las largas filas de chavales con sotana que salían de paseo hasta la Copona. Cientos de niños de toda la provincia que encontraban en el Seminario la única posibilidad de salir a estudiar. Media provincia de cierta de edad ha pasado por allí.

Ya no es ‘la fabricona’ pero este Seminario Redemptoris Mater —vinculado al llamado Camino Neocatecumenal— es la gran cantera de vocaciones de la Diócesis de León. Ahora mismo están en el proceso de formación 14 alumnos mientras en el de San Froilán (el histórico Seminario Mayor) sólo hay tres, uno de ellos leonés —Víctor Moreno— que dejó el Ejército para hacerse seminarista.

Marcos García es el menor de cinco hermanos, «muy menor pues entre mis hermanos y yo hay bastantes años», por lo que ya mantuvo menos relación con la tierra de sus padres, anegada por el pantano de Vegamián. «De todas formas sí tuve bastante relación, mis padres me hablaban, solíamos ir a la romería de Pardomino, a veces por el verano... pero no pude conocer Vegamián». Marcos creció en el barrio de la Palomera —«con mi llegada la casa de Villaobispose nos iba quedando pequeña y nos mudamos a la Palomera». Acudió a los dos colegios públicos que le correspondían —La Palomera y el Ordoño II— y también en el cercano campus leonés de Vegazana estudió el doble grado de Historia e Historia del Arte. «La experiencia en los colegios fue muy agradable, en la Universidad también pero, sinceramente, me decepcionó un poco el individiualismo, cada cual va un poco a lo suyo y no existe esa conciencia de grupo que sí tuve en el instituto».

- Estudiaste siempre en la pública, ¿cómo te llegó la vocación religiosa?
- Digamos que en casa había una cultura religiosa y que yo siempre fui bastante de iglesia, participé en muchos movimientos, me marcó el ejemplo de algunos sacerdotes.
- ¿Podrías decirme uno de esos sacerdotes?
- Hombre, bastantes. Unos de lecturas y otros de vivencias directas. Si tuviera que elegir uno te diría al recordado don Enrique (García Centeno), el párroco de la iglesia del Mercado un hombre de personalidad y a la vez muy entrañable para todos los que pudimos estar cerca de él.
- ¿Pero la idea de ir al Seminario te rondaba?
- Sinceramente, no. Hombre, de niño siempre te rondan esas ideas y dices que «quiero ser cura» pero después no. Yo seguía con mis estudios, con mi vida...
- ¿Y el momento concreto, la llamada por decirlo de una manera gráfica?
- No hay un momento concreto. Hay un clima propicio con la llegada de la pandemia y todo lo que acarreó, los tiempos de incertidumbre. En ese momento vi que la iglesia ofrecía esperanza, al menos a mí me la ofrecía y pensé, ¿porqué no ahora? Reconocí que siempre había en mí una semilla y sentí que era el momento.
- ¿Y por qué el Redemptoris Mater y no el de San Froilán?
- Por tradición familiar. En casa siempre han sido cercanos al Camino Neocatecumenal, era lo lógico.

Y ahí está el joven leonés, que reconoce que su decisión «sí causó cierta sorpresa entre sus amigos, pero no excesiva. Quienes me conocen bien saben que vivía en mí esa semilla vocacional y en ese momento llegó».

Se enfrenta ahora Marcos a seis nuevos años de estudios después de haber finalizado los universitarios en Historia e Historia del Arte. También trabaja en la tesis y mira con ganas hacia esos años de misiones que cumplen quienes se forman en este centro. «Aunque eso queda un poco lejos pues es al final de la carrera».

- ¿Te ves cantando misa?
- Hoy estoy aquí. Eso es lo importante, he elegido el camino y estoy feliz; me gusta la convivencia con este grupo de seminaristas de todos los países, disfruto de ese ambiente de grupo que, como te decía, eché de menos en la Universidad.
- Siendo de Vegamián, ¿no se te ahogará la vocación?
- De momento estoy aquí.
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