Un juicio reposado del juicio

Las primeras jornadas han permitido conocer detalles importantes y también otros curiosos y menos ‘sonados’ en las crónicas que relatan el día a día del proceso

R. Á.
22/01/2016
 Actualizado a 17/09/2019
Triana Martínez, Motserrat González y Raquel Gago son las acusadas en un juicio en el que aún queda mucho por decir. | POOL /EFE/J. CASARES
Triana Martínez, Motserrat González y Raquel Gago son las acusadas en un juicio en el que aún queda mucho por decir. | POOL /EFE/J. CASARES
Las primeras tres sesiones del juicio por el crimen de Isabel Carrasco no han dejado indiferente a nadie. Si sorprendente fue el asesinato y todos los detalles que se pudieron conocer posteriormente, no menos pasmoso está siendo el desarrollo de las jornadas destinadas a que acusaciones y defensas traten de convencer al jurado popular de la culpabilidad o no de las tres acusadas, cerrando de esta forma un proceso que se remonta al 12 de mayo de 2014, cuando la entonces presidenta de la Diputación provincial y del PP de León fue abatida a tiros.

Los policías locales que las detuvieron dicen que Triana y Montserrat quisieron huir antes de ser identificadas De los principales argumentos explicados en la sala por las partes personadas, el interrogatorio de las acusadas y las declaraciones de los primeros testigos se pueden extraer un buen número de detalles curiosos, algunos claves y otros que, quizá, han centrado menos las crónicas de los últimos días. Entre los primeros está el empecinamiento del abogado de las acusadas Montserrat González y Triana Martínez en tratar de convencer al jurado de que la hora en la que falleció Isabel Carrasco no es las 17:15 horas, como figura en las conclusiones provisionales de las acusaciones, sino minutos más tarde.

El motivo no es otro que intentar demostrar que la llamada que realizó Montserrat a Triana a las 17:16 no fue antes, sino después del crimen. De esta manera, desmontaría el argumento del fiscal y los abogados de la familia de la víctima y del PP de que llamó a su hija después de los hechos para encontrarse con ella en el pasadizo que une la plaza de Colón con Gran Vía de San Marcos y que ésta se deshiciera del bolso en el que guardaba el revólver. Para defender esta teoría el letrado, José Ramón García, advirtió de que la primera llamada al 112 se recibió hacia las 17:18 y a esto añadió el testimonio (nuevo) de madre e hija, en el que dicen que la primera avisó a la segunda antes de efectuar los disparos y le dijo «he visto a Carrasco, se va a acabar».

Al igual que la llamada también hubo controversia con si ambas se encontraron en el pasadizo –como aseguraron en sus primeras declaraciones tanto en Comisaría como en el Juzgado– y la madre le pidió a la hija que se deshiciera del bolso o si Triana lo recogió de un garaje en Lucas de Tuy donde lo arrojó Montserrat, como sostienen ahora. Un giro que las acusaciones atribuyen a su cambio de defensa y con el que intentaría exculpar a la hija.

La indemnización como atenuante


Entre los pequeños detalles, para tratar de rebajar la pena de Montserrat González, a la que reconoce culpable, el letrado apunta a diferentes factores que espera que sirvan de atenuantes, como el hecho de que estén reuniendo dinero para indemnizar a la familia de la víctima. Según indicó han puesto a la venta el piso en el que vivía la joven y también su coche con el fin de reunir los 100.000 euros que pretenden entregarles y de los que habrían reunido ya 75.000. Como detalle, aludió también al juicio por el crimen de Asunta para subrayar que no es posible que unos padres acusados de matar a su hija reciban menos pena (18 años) de la que se le pide a su representada (23 años), que «mató por su hija y no puede ser lo mismo», destacó.

La segunda sesión fue mucho más ágil y estuvo centrada en preguntas sobre el supuesto acoso al que la víctima pudo someter a Triana Martínez, el sexual (que contó meses después del crimen) y el laboral, en el que detalló toda una retahíla de prácticas dudosas en una Diputación en la que aseguró que sólo se entraba con «padrinos».

Otro aspecto debatido, en este caso en la tercera sesión del juicio, fue si Triana llevaba en el momento de su detención los tres teléfonos móviles –lo que probaría que su madre se lo entregó de forma previa– o si la hija llevaba dos y la madre uno. Aquí fue importante el testimonio de uno de los policías locales que participaron en ella y que dijo que cuando sacaron del coche a la madre y la identificaron «soltó un móvil» de la mano, aunque cuando se los requisaron, en palabras de la jefa de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (Udev), era la hija quien tenía los tres.
De ese momento de la detención se habló también del intento de madre e hija de huir en su vehículo antes de ser identificadas, algo corroborado por los dos primeros agentes que, alertados por el policía jubilado, se acercaron a madre e hija para saber qué pasaba. La actitud serena de Montserrat, que acusaba al testigo que la apuntaba de estar loco, hizo en un primer momento que ellos pensaran que se estaban «equivocando» y hasta que se trataba de una broma, «una cámara oculta».

Las siguientes sesiones también prometen, todavía queda ‘mucha miga’ en este juicio en el que cualquier detalle, por pequeño que sea, cuenta.
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