Un ascenso que cambió la historia

La Ponferradina subió en 2006 por primera vez a Segunda División tras quedar cuarta en liga y gracias al inolvidable gol de Fran en Alicante a falta de sólo cuatro minutos

J. C.
31/03/2020
 Actualizado a 31/03/2020
La plantilla de la Deportiva, a su regreso en el aeropuerto con el ascenso ya en el bolsillo. | MAURICIO PEÑA
La plantilla de la Deportiva, a su regreso en el aeropuerto con el ascenso ya en el bolsillo. | MAURICIO PEÑA
Hay momentos que marcan la vida de un club. Instantes que suponen un antes y un después, marcando un punto de inflexión que se queda grabado a fuego en los aficionados. Y para la Ponferradina, el 25 de julio de 2006 fue uno de ellos. Aquel día, de forma agónica y cuando el último partido ya expiraba y parecía que iba a dejar con la miel en los labios a los bercianos, llegó el gol de Fran que cambió la historia de la Deportiva al darle su primer ascenso a Segunda División.

Ponferrada se echó a la calle. El club, que nunca había llegado a pisar el fútbol profesional, acabó haciéndose un habitual de una Segunda en la que ha estado la mitad de las temporadas desde entonces. Y aquella plantilla, dirigida por Pichi Lucas, pasó a estar grabada con letras de oro en la memoria de todos sus seguidores.

Manolo Rubio en portería, Diego Ribera y Rubén Vega como ‘killers’ (hicieron 11 goles cada uno), Fran incisivo desde la banda, Alberto García de ‘jefe’ de la zaga y Asier Salcedo en la medular podrían ser considerados su columna vertebral. Pero también jugaron un papel fundamental, pasando de hecho de los 20 partidos disputados, Chupri, Fuentes, Bornes, Toñín, José Luis Soto, Uriz, Gorka Soria y Pavone; completando la plantilla Debris (titular en el choque del ascenso), Sierra, Rivadulla, José Antonio Soto, Krios, Carletes, Recamán y Morello.

El comienzo y final de liga fue malo. La Deportiva ganó sólo 2 de los 11 primeros partidos y uno de los ocho últimos Ellos se quedaron en el recuerdo de una temporada que, curiosamente, tuvo un pésimo inicio que en absoluto podía hacer presagiar el soñado final. Había ya exigencias y grandes ambiciones, pues de hecho la campaña anterior habían quedado campeones de Grupo aunque cayeran a las primeras de cambio en ‘playoff’, pero los primeros pasos de Pichi Lucas en un banquillo donde había sustituido a Miguel Ángel Álvarez Tomé no fueron los mejores. Cayó eliminado a las primeras de cambio en Copa con el Portugalete y, de las once primeras jornadas de liga, sólo ganó en dos partidos (uno el derbi con la Cultural), siendo en esos momentos 12º con un único punto de ventaja sobre la promoción de descenso y a 10 ya del ‘playoff’.

Y sin embargo, de repente algo hizo ‘click’ y todo cambió. Los bercianos ganaron 10 de los 12 siguientes encuentros, metiéndose en ‘playoff’ y con margen suficiente para aguantar sin salir de él la racha de cuatro empates consecutivos a cero que le siguió y, tras enlazar otros tres triunfos, el mal final de temporada regular.

El cruce con el Universidad estuvo suspendido en la ida por agredir al línea y acabó  a puñetazos en la vuelta Porque si el comienzo había sido malo y el tramo medio de la competición sobresaliente, a la promoción parecían llegar los bercianos sumidos en un nuevo bache, pues sólo ganaron uno de los ocho últimos partidos, entrando a pelear por el ascenso como cuartos aunque sin tener que sufrir para ello, pues la ventaja sobre el quinto fue de seis puntos.

De aquella el formato ya no era el de liguilla, pero tampoco existía el duelo previo entre primeros, por lo que subir requería superar únicamente dos eliminatorias. Y en la primera los bercianos se antojaban como víctima propiciatoria del Universidad Las Palmas, que había ganado con autoridad su Grupo gracias a su fortaleza defensiva y tenía en la punta de ataque a un ‘viejo conocido’ con el que habían tenido múltiples batallas en los derbis con la Cultural como era Paulino.

El Toralín abría fuego y, cuando a los 10 minutos de la segunda parte los canarios se ponían por delante, la eliminatoria parecía ponerse tremendamente cuesta arriba. Pero entonces, todo cambió. El partido cerrado se abrió con ese 0-1 y en sólo 20 minutos se vieron cinco goles, tres de ellos bercianos, con una suspensión de más de un cuarto de hora por el medio tras producirse una agresión a un asistente, al que lanzaron algo desde la grada.

En el 93’ en Canarias un tiro de Paulino que eliminaba a la Deportiva fue al larguero y en la contra Pereira sentenció Le daba la vuelta al partido Asier Salcedo con dos magistrales lanzamientos de falta y, tras volver a igualar el Universidad y pasar esa suspensión temporal, Chupri ponía el 3-2 que debería defender la Deportiva en Canarias.

Lo hicieron bueno sobre el campo, en uno de los partidos más polémicos de la historia del club. Tanto durante la semana, porque los canarios intentaron que no fuera afición berciana y la pelea dialéctica entre directivas fue tremenda, como en el choque en sí, donde la pelea fue literal, pues el partido estuvo suspendido 20 minutos ya que tras el gol de la Ponferradina que sentenciaba el pase se desató una batalla campal, donde los integrantes del Universidad se lanzaron a dar patadas y puñetazos, y Pichi Lucas denunció que le habían «pegado hasta tres jugadores».

¿En lo deportivo? Hubo que sufrir hasta un agónico tiempo de descuento, pues aunque Asier Salcedo puso el 0-1, los locales empataron y en el minuto 93 Paulino estrelló en el larguero un balón que de entrar habría clasificado a los locales, marcando el definitivo 1-2 Pereira en el contraataque de esa jugada.

Fran, en una falta sacada en corto, puso el 0-1 en Alicante y dio el ascenso tras el 1-1 del Toralín a la Ponferradina A 180 minutos de Segunda estaban los bercianos, que para lograr ese hito debían superar a un Alicante al que dirigía un leonés como Felipe Miñambres, que había sustituido a mitad de temporada en el banquillo al técnico de moda hoy en día en el fútbol español: José Bordalás. Y la ida en El Toralín no sirvió para encarrilarlo, pues se saldó con empate (1-1), ya que Diego Ribera convirtió un penalti forzado por Chupri y adelantó a la Ponferradina, pero en el minuto 93, en la primera ocasión visitante, un cabezazo ponía las tablas.

Tocaba remontar en el Rico Pérez, en uno de esos partidos que ningún aficionado podrá nunca olvidar. Y en el que durante la primera parte el Alicante se topó dos veces con los palos, dando vida a una Deportiva que entraba en los cinco minutos finales con un 0-0 que le dejaba sin ascenso.

Entonces, a cuatro para el final, llegó la jugada, con mayúsculas. Pereira, tras zafarse de tres rivales, forzaba una falta al borde del área. Ribera sacaba en corto para Fran y este soltaba un zapatazo que entraba pegado al palo, poniendo el 0-1 que sería definitivo y desató la locura en el césped y en toda Ponferrada.

La Plaza de Lazúrtegui fue una fiesta. No era para menos. La historia de la Ponferradina ya nunca volvió a ser la misma.
Archivado en
Lo más leído