Topillos y cabrones

22/05/2020
 Actualizado a 22/05/2020
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Hace unos pocos días mi gran Teresa del Sur titulaba uno de sus reportajes con un verso de Sabina, «donde habita el olvido», que sirve para lo que Joaquín cuenta –de quien no logra acordarse de la noche anterior después de tantas cervezas– pero para tantas historias de esta tierra nuestra a la que le crecen las ortigas del abandono como si fuera la única cosecha que se abona cada año.

Decía el filósofo y poco respetuoso pensador Santiago, El Pastor de Argovejo, que «en esta tierra solo se dan bien las cosechas de topillos y de cabrones, todas las demás se pierden».

Hoy añadiría las cosechas de ortigas, olvidos y abandonos; las cosechas de los autobuses que sólo venden billetes de ida.

Y así, en aquellos balcones donde los vecinos se asomaban a hacer vecindario, a conversar, a regar sus flores o coser sus jerseys viendo pasar la vida por delante van creciendo plantas sin madre ni riego, ramas que se hacen con un hueco entre las piedras que se separan. Y hasta se entrampa una bota que vete a ver quién vistió, quién la tiró, quién y por qué la abandonó, tal vez no le cabía en el equipaje del billete de ida en el autobús sin vuelta.

Y aquí sólo queda la frase, donde habita el olvido.
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