Todos los sueños no son iguales

07/05/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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En cualquier pared, en cualquier bar, en el tablón de anuncios del colegio... aparecen por estas fechas convocatorias para que los niños se incorporen a equipos de fútbol, a la cantera de grandes clubes o, cuando menos, de sonoros y reconocibles nombres.

Y el niño, con los sueños intactos, con los contratiempos sin estrenar, convence al débil de la historia –el abuelo– para apuntarse. Y se apuntan, acuden de la mano a las oficinas del club, caminan hacia ellas hablando de sueños en los que el chaval habla y no calla, viéndose rematando con una chilena imposible, parando balones que caminaban justos hacia la escuadra, rematando casi desde el cielo, marcando a lo Panenka...

Y el abuelo le dice que sí. El abuelo siempre dice que sí y sonríe para sus adentros, incluso cree que son posibles esos sueños imposibles de los que le habla por el camino.

Y cuando empiezan los entrenamientos ya son, muchas veces, los padres y madres los que les acompañan al estadio, los que de repente saben de fútbol y tácticas, los que se suben al carro de los sueños.

Pero no todos los sueños son iguales. El niño sueña con sueños. El padre sueña con fichas y contratos. El niño cree ser Casillas o Iniesta, el padre cree tener en casa a Casillas o Iniesta. No es lo mismo ser que tener.

No hagas que el entrenador sueñe con entrenar a un equipo de huérfanos, deja que los sueños cojan sus propios caminos.
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