La verdad es que muchas veces parece que nadie repara en dónde se colocan las cosas, cómo se hacen ¿u ocurre precisamente lo contrario, que lo han puesto allí con toda la intención? Habría que saber quién lo dejó allí y tendríamos más datos para responder al dilema.
De no ser así, ¿qué quieren decir con lo de jugar? ¿qué significa que todo vuelve a su sitio? ¿estamos abonando la teoría de los escépticos que reiteran que nos dejan jugar un día, meter la papeleta, escuchar al presidente de la mesa decir «votó», acudir a pie de urna al recuento, comentar los sorprendentes resultados o los esperados resultados, seguir los comentarios por la tele, buscar los gráficos en las ediciones digitales de los periódicos... y para la cama?, unos cabreados como monos, otros felices como perdices. Nada nuevo.
¿Quiere decir el cartel que al día siguiente todo sigue igual? Que, después de jugar un día, serán otros diferentes pero ya están colocados en su sitio, mirando desde sus pedestales, viajando en AVE y avión, atendiendo a la prensa con la solemnidad de quien tiene sobre sus espaldas el peso de levantar un país... y nosotros al curro, el que lo tenga, o a la isla de no sé qué si eres la Pantoja y te devuelven así el triple del poco dinero que te quitaron cuando te pillaron con la mano metida en la caja.
Pues no lo sé. Habría que saber quién colocó las papeletas debajo del cartel; lo que sí sé es que estamos perdiendo las costumbres de pobres cuando pronto llevaban los tenderos las papeletas que sobraban para hacer las cuentas en ellas. La de sumas que hizo Pepín por la cara en blanco de la candidatura de José Álvarez de Paz, Ángel Capdevila y Conrado Alonso Buitrón....
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