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Todo sigue igual

17/07/2022
 Actualizado a 17/07/2022
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Los más optimistas del Partido Popular de León creían que la crisis por la que atraviesa la formación conservadora había quedado superada el pasado 4 de julio. Los menos, que son muchos, todo lo contrario. Esa tarde, en un comité ejecutivo provincial exprés nadie abrió la boca. Nadie pidió explicaciones. Y eso que superaban el centenar quienes tomaban asiento en el ‘patio de butacas’. El miedo es libre. Y, en algunos casos, hasta cobarde. No es de recibo soltar la lengua en barras y cenáculos y luego, a la hora de la verdad, dejar ese ‘coraje’ a la puerta del cónclave.

No obstante el vértigo continúa. Los problemas siguen sin arreglarse y los más avezados en eso de nadar y guardar la ropa están jugando con cartas marcadas. Y son siempre los mismos. Si, al final, el presidente del partido consigue salir airoso de todo lo que presuntamente se le imputa –los audios jugando al ratón y al gato y las afiliaciones que no pasaron por el trámite obligatorio antes de su envío a Madrid– las cañas continuarán siendo hermanitas de la caridad. Si, por el contrario, pintan bastos, la desbandada está asegurada. Las lanzas se afilarán.

En cualquiera de los dos supuestos el daño está hecho. Y no solo para cuantos pudieran estar incursos, de una u otra manera, en la ‘jugada’. El asunto fundamental –ante el que se tapan los ojos–, es que el deterioro de las siglas es algo incontrovertible. No hay más que salir a la calle y hablar con la gente. Pulsar su opinión. El resultado no se hace esperar: decepción. Y, así, con esos mimbres tan achatarrados, ambicionan ganar las municipales de mayo y alcanzar, luego, la Diputación.

Al margen de las poco edificantes grabaciones, la china del zapato sigue en manos de la Justicia. Y su impulsor, el alcalde de Villaquilambre, no se baja del caballo. No suelta las riendas. Continúa para adelante con todas las consecuencias porque, además, sabe que no repetirá como candidato si no se sustancia a su favor la denuncia. Eso lo tiene claro. Y quizá tampoco, debido a que aquellos municipios con una población superior a los 2.000 habitantes deberán pasar por el tamiz de Valladolid. Para ser más exactos de Mañueco, que está hasta la coronilla de los líos leoneses.

Y por cierto. La conocida como dama perejil –la misma que ansía estar en todas las salsas– ha cambiado el discurso. Si antes se postulaba con su habitual verborrea para llegar a la moqueta municipal, hogaño dice que en absoluto, que no, que no entra en sus cálculos, aunque no dejan de pedírselo desde las más altas instancias del partido. Para llorar. O para reír. Es la argucia que utiliza frente a los que quieren escucharla, con el fin de salir indemne de las películas que se monta. De Gila.
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