Todo lo igual es diferente

22/11/2018
 Actualizado a 14/09/2019
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Todavía volvemos la mirada hacia lo diferente. Y, sin embargo, todo es diferente. Tres trajes iguales se pueden rematar por el libro, con sandalias o con las piernas cruzadas. Y ya no son iguales.

Y volvemos la mirada porque igual dicen algo.

¿Y qué más da? O qué más debería de dar.

Pero no podemos evitar la mirada ¿Cómo vamos a evitar mirar e imaginar en un lugar donde un canal de televisión puede estar conectado 24 horas con una casa en la que nadie hace nada, en la que nadie ha hecho nada y que después saldrán para vivir de contar esa nada que han hecho en toda su vida? Y a las 24 horas viendo no hacer se nada se suman largos debates en otras cadenas, con numerosos tertulianos dando voces sobre lo que ni hanhecho ni van a hacer en su puñetera vida.

¿Cómo no vamos a mirar paras los pies, los zapatos o las sandalias; para quién los lleva o cómo los lleva; paras las caras que tienen o los gestos que hacen o evitan hacer si se trata de protagonistas de aquellos días en los que lo peor de la condición humana nos puso en el escaparate de todas las cadenas, de todas las emisoras, de todos los periódicos, de todas las versiones, de todos los personajes, de los amigos, de los enemigos, de los que lloran, de los que cuentan que abrieron champán, de quien nada sabía...?

Si miramos para todo, ¿cómo no lo íbamos a hacer?
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