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Tirando con leña

24/10/2019
 Actualizado a 24/10/2019
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Al invierno no se lo comió nunca el lobo es la traducción al leonés de lo de ‘winter is coming’. Las heladas de esta semana o la pereza extrema ante el inminente cambio de hora, sensaciones sobran para anticiparnos que este año la fiera se volverá a quedar con hambre. Las chimeneas que rezuman madera de roble por las calles del pueblo o una cola que crece por domingos ante la churrería de Santa Ana son el termómetro más fiel de que el frío es ya una realidad. El invierno está aquí y se ha acostumbrado a llegar con crisantemos bajo el brazo para dar su particular bienvenida.

Esta semana nos enteramos que la ciudad de León es la más envejecida de todas las capitales de provincia del país. Otro trozo de tela para la mortaja de la despoblación. Montar una plantación de esos crisantemos parece ser el único negocio de futuro en el que emprender por estas tierras, más aún con el puente de Todos Los Santos a la vuelta de la esquina. Al menos con el pretexto de ese festivo, por unas horas o por unos días, volverán a levantarse las persianas de las casas que se cerraron para todos los inviernos.

Decía un miembro de la familia Buendía que uno no es de ninguna parte hasta que no tiene un muerto bajo tierra. Supongo que sea cierto y también la razón por la cual León se vuelve a llenar de regresos cada comienzo de noviembre. Si queda algo por arrebatar a esta provincia, a buen seguro lo intentaron y no pudieron, son esas raíces y esos Macondos. Con ellos no basta para que esta provincia deje de tocar a difunto, pero a los que aún quedamos por aquí nos sirven de lumbre para afrontar otro invierno. Brasas de un orgullo repleto de dignidad, de esos que no dan de comer pero alimentan. A autocomplacencia tampoco hay quien gane al leonés. Porque ahora que no hay carbón... en esta provincia tiramos con leña.
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