29/08/2021
 Actualizado a 29/08/2021
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A lo largo de la historia de la humanidad ha habido momentos de creer en el fin del mundo o temor de un azote universal: el año mil, pandemias, hecatombes naturales, el nazismo o el comunismo. Preocupa hoy al mundo occidental (el de mayor nivel y esperanza de vida alcanzados, pero perdurables, como le ha ocurrido a todas las civilizaciones) el cambio climático y la posible expansión del terrorismo. El temor se acentúa con la toma de Kabul y llegada al poder de los talibanes, masacre del ISIS en el aeropuerto e implicación pakistaní, sexto país en armas nucleares.

Los talibanes, o ‘estudiantes religiosos’, es un movimiento político-militar de carácter islámico que actualmente ha ganado una guerra (yihad) dentro de Afganistán, y es ampliamente considerado como grupo terrorista. El movimiento talibán sigue una doctrina islámica moderna combinada con la ortodoxia, cuya idea de la sociedad está basada en interpretaciones estrictas en lo que debe ser la vida de un musulmán, con el fin de combatir el ‘libertinaje’ considerado habitual en las sociedades occidentales. Los talibanes gobernaron Afganistán desde 1996 tras derrotar a la URSS, hasta que fueron vencidos en 2001 por los EE.UU y la OTAN, como reacción de los primeros por el atentado terrorista del 11-S. Hasta aquel momento, los talibanes eran una guerrilla mal pertrechada y desorganizada en su defensa contra la invasión de los rusos en 1979, quienes sufrirían su ‘vietnam’ obligados a retirarse en 1989 para no acrecentar la pérdida de más de 15.000 soldados. Los talibanes vencieron y se vinieron arriba gracias a la ayuda de los misiles estadounidenses, ahora en vergonzosa retirada, como antes lo hicieran de Corea, Vietnam o Irak.

Desde su estancia en el poder hasta su derrota por el cambio de tendencia de los EE.UU y fuerzas de la OTAN tras el atentado de las torres gemelas, los talibanes impusieron un régimen brutal, destruyendo arte budista milenario y prohibiendo la música y la televisión. Cometieron multitud de lapidaciones, confinaron a las mujeres en sus casas y cerraron la escuela a las niñas, sembrado el terror entre la gente. Ningún otro régimen en el mundo tuvo a la mitad de su población, de forma metódica y violentamente forzada, en arresto domiciliario, bajo pena de castigo físico. Pánico redivivo ahora junto a las pistas del aeropuerto de Kabul por una multitud amenazada y desesperada dispuesta a salir del país como sea después de 20 años de democracia. Durante este período, el entrenamiento de militares por EE.UU y las fuerzas de la OTAN (entre ellas 102 muertos españoles y 4.000 millones de euros en gastos), ha sido inútil. Confiados en que habían dejado un ejército gubernamental suficiente y perfectamente preparado para el combate, lo cierto es que ha sido talibanizado en un suspiro.

De acuerdo con Pedro Baños (‘Así se domina el mundo’, pag.437), si hay algo por lo que una persona de modo absolutamente irracional está dispuesta a morir y a matar es por su fe, por sus creencias religiosas. No importa si posee un alto coeficiente intelectual, o una amplia cultura, pues la inteligencia no excluye el fanatismo, ni este es propio únicamente de ignorantes.

En todas las religiones hay extremistas que, astutamente manipulados, pueden llegar a convertirse en verdaderos salvajes en defensa de sus dogmas. Fanáticos cuyas ideas, una vez han permeado su mente, son prácticamente imposibles de extirpar [...]. Por eso, cuando se trata con la religión el cuidado ha de ser exquisito. De otro modo puede ser la ruina de la sociedad que contra ella se enfrente.
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