Sueños contra caballos

11/06/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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Aparcan en paralelo los sueños de un chaval con el dorsal 65 en su bicicleta sin pedales pero con casco;y la realidad del gran coche, de más de cien caballos, con pedales para todo pero sin dorsal, porque su piloto no se nutre de sueños.

Aparcan en paralelo porque los dos salen a la vez pero no se sabe quién llegará primero a la meta, por extraño que parezca y por mucho que los pronósticos apunten a un solo ganador posible.

Es la batalla de los sueños sin pedales contra la potencia con caballos, de unos pies infantiles empujando al apoyarse en el suelo y de un motor que ruge y asusta, que quema gasolina y avanza.

Apuesten al 65. No olviden que los sueños vuelan y que los niños sueñan despiertos. No olviden que los sueños no necesitan pedales.

Ya ocurrió. En aquellas carreras de fiestas patronales en las que Fonsín creía que no había nada en el mundo más rápido que la bicicleta que le trajeron «de Madrid». Desafió a todo bicho viviente, dos vueltas a la iglesia y la meta en la puerta del templo. Le quiso dar un escarmiento su padre, llegó antes, paró junto a la puerta y llegó el guaje como un obús, no frenó, dejó que la bicicleta se estrellara contra el viejo portón de madera. Se apeó feliz y dijo:

– Había que tocar la puerta. Gané.
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