"Su único pecado fue ser progresistas"

Juan García,Enrique Vidal y Tomás Parragués, 'los tres de Lombillo' recibieron el homenaje en el 80º aniversario de su fusilamiento / "Les robaron la vida, pero no la dignididad"

Alejandro Cardenal
25/09/2016
 Actualizado a 04/09/2019
Homenaje a 'los tres de Lombillo', ayer en la localidad berciana. | A. CARDENAL
Homenaje a 'los tres de Lombillo', ayer en la localidad berciana. | A. CARDENAL
Juan García, Enrique Vidal y Tomás Parragués, ‘los tres de Lombillo’, recibieron ayer el homenaje que se les negó durante años, un acto para despedirlos con la dignidad que nunca les fue arrebatada. «Les robaron la vida, pero no la dignidad», mantienen los familiares, que no consiguen cerrar una herida que lleva abierta ochenta años.

Fueron fusilados por sus ideas, pero ni la llegada de la democracia consiguió hacerles justicia, como demuestra que décadas después del final de la dictadura, documentos oficiales como expedientes de responsabilidad civil los siguen considerando «delincuentes y malas personas para la nación». «Su único pecado fue ser progresistas», lamentan.

La noche del 22 al 23 de septiembre de 1936, un comando de somatenes detuvo a ‘los tres de Lombillo’ y los trasladó a una casa que hizo de calabozo. Después, fueron llevados al monte y fusilados. Juan García Carballo tenía entonces 39 años y era natural y vecino de Lombillo. Estaba casado y tenía seis hijos de entre uno y trece años, entre ellos Higinio, que no pudo asistir al homenaje por su delicado estado de salud, pero todavía recuerda, y así relata en sus memorias, como «silbaron las balas» que mataron a su padre.

Tomás Parragués era mayor. Tenía 65 años y había vuelto de buscarse la vida en Argentina, donde entonces había una democracia asentada y una libertad de expresión que le impedía no rebelarse contra lo que estaba sucediendo en España. «Era progresista, venía de un país libre y se pronunciaba en contra del régimen dictatorial, ese fue su ‘crimen’», recuerdan.

Enrique Vidal tenía 47 años, estaba casado y tenía dos hijas. Su nieto, Faustino, nunca dejó de buscar a su abuelo, a Tomás y a Juan, pero las dos búsquedas que se realizaron en 1993 y 2004 no tuvieron éxito.

Gracias a la colaboración de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y el trabajo de investigación realizado, creen que los cuerpos pueden estar sepultados bajo la carretera, lo que hace su recuperación prácticamente imposible. «Siempre me dolerá no poder darle una sepultura digna, pero actos como el de hoy ayudan a terminar con un sufrimiento en silencio que ha durado 80 años».
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