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‘Spain is different’

14/04/2020
 Actualizado a 14/04/2020
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Una, que es de eso que se dice «de León de toda la vida», nunca había pasado tanto tiempo sin pasear por sus calles, lo que me hace preguntarme… ¿qué sentiré cuando lo vuelva a hacer? Cuando era niña, pasaba los meses de julio y agosto fuera de León, por lo que en septiembre, al entrar de nuevo en mi tierra después de aquellas extensas vacaciones, siempre me invadía la misma contradictoria sensación, por un lado, como si me adentrara en un lugar nuevo, pero a la vez, unido a una paz y calma que solo lo conocido te consigue dar… ¿Qué sensación me inundará cuando salga del confinamiento? ¿Será como aquel sentimiento infantil? Nuestras calles seguirán siendo las mismas, nuestras tiendas y bares, si hay suerte, también, pero ¿seguiremos siendo igual sus gentes?, ¿seguiremos manteniendo nuestras magníficas costumbres?

Queriendo hacer una lectura positiva de la comparativa de los tristes datos que tenemos en nuestra querida España, en relación con la de otros países vecinos, me intento aferrar a la idea de que las relaciones, la forma de socializar, la vida en general en España, es totalmente diferente, lo cual, unido a una gestión no especialmente acertada de nuestros dirigentes, nos ha llevado a estar en el podio europeo, cosa que no conseguíamos desde que en 1968 Massiel nos pusiera en el número uno con su ‘La, la, la’. No concebimos la idea de no salir a tomar un ‘algo’, de no ver a nuestra gente, de no tocar a nuestros amigos y familia, de no poder hacer comidas multitudinarias y por supuesto, de no darnos dos besos cada vez que ha pasado… ¿dos días?, sin ver a esa persona… Y es que, como dijera aquel eslogan que marcó un cambio en nuestro turismo, ‘Spain is different’, y lo es por diversas cuestiones, pero quizá una de las más importantes es porque a los ‘nuestros’, ¡no se les abandona jamás!

En medio de este caos, en medio de este esta película de terror que estamos viviendo, hay algo que siempre vamos a poder entonar con orgullo, aquí no abandonamos a nuestra gente, ni menos aún por su edad. Pese a que por desgracia ha tenido que ser ineludible que nuestros profesionales sanitarios se hayan tenido que enfrentar a la dura decisión de cómo priorizar los medios y recursos disponibles, parece que todos, o al menos la inmensa mayoría, no deseamos que tales decisiones se adopten mandando al paredón a aquellos que han luchado porque hoy estemos aquí, y que no son simplemente ‘ancianos’ sino que son nuestros padres, abuelos, vecinos…

Ante la polémica que parecía estar suscitando la cuestión de la edad para el acceso de pacientes a las unidades de cuidados intensivos, se ha emitido un ‘Informe del Ministerio de Sanidad sobre los aspectos éticos en situaciones de pandemia: el SARS-CoV-2’, donde se establece la prohibición de excluir de las UCI a pacientes infectados del coronavirus únicamente por criterios de edad, al resultar contrario, por discriminatorio, a los fundamentos mismos de nuestro Estado de derecho, pues el consabido artículo 14 de la Constitución española defiende la igualdad de las personas sin discriminación por su condición o circunstancia personal o social.

Todos podemos ser pacientes en cualquier instante de nuestras vidas, pero hasta este desgraciado momento, nunca o casi nunca, nuestro sistema se había tenido que enfrentar a la toma de decisiones de este tipo, o no al menos, en esa magnitud de cifras. Tanto los derechos como las obligaciones de los pacientes están protegidos por un amplio marco legal que comienza por la propia Constitución española. Concretamente, en el artículo 43 de nuestra Constitución se reconoce el derecho a la protección de la salud, siendo competentes los poderes públicos para organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas, así como de las prestaciones y los servicios que se consideren oportunos y necesarios. Por su parte, la legislación sectorial, regula los derechos de los que gozan los pacientes españoles, pudiendo citar, de entre las grandes áreas de derechos que hay, los siguientes: el acceso a la atención sanitaria, la prevención de la enfermedad y la protección de la salud, la información asistencial y acceso a la documentación clínica, la calidad y la seguridad asistencial.

Pero, posiblemente, nuestra premisa básica por la protección y asistencia global y la no discriminación en función de la edad, no sólo viene alentada por nuestra regulación normativa, que muy probablemente no diverja mucho de la de otros países vecinos, sino que viene motivada también por unos principios morales y éticos que me hacen enorgullecer. Nuestra capacidad de socialización, de humanización, de convivencia, que de alguna manera puede haber contribuido desgraciadamente a engordar nuestros datos, también se traduce en una capacidad de amor y respeto hacia nuestras gentes, de la que otros muchos países vecinos no pueden alardear.

Ahora que no podemos pasear por nuestras tierras, nuestros campos, nuestras playas, pensemos que, al menos, podemos seguir mirando a nuestro cielo, ese cielo que aunque infinito, parece que tiene un color especial en nuestra querida patria, porque, no lo olviden… ‘Spain is different’.
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