26/06/2015
 Actualizado a 13/09/2019
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Antonio Gamoneda escribió una espléndida poesía sobre la soledad de los pueblos. En ella, las gallinas comían las ortigas que habían crecido en el corral. Algo impensable, si la casa hubiera estado habitada y cuidada. En mi pueblo, los mozos llaman al señor cura, Don Teotiste, ‘el enterrador’, como llamaban a aquel bestia que combatía en el ‘pressing catch’, esa juerga yanqui que es como un combate de simios sin amaestrar. El mote es por el número expectacular de gente que ha acompañado hasta ‘la Costana’ para darles el último adiós. No es problema del cura, claro está, que los pueblos se queden vacíos. Es, simplemente, porque en los pueblos sólo viven viejos y los viejos tienen la mala costumbre de morir.

Lo mismo, no creáis, ocurre en la capital. En el Ejido, o en San Claudio, o en el centro, viven viejos. Es raro ver gente joven, porque se ha ido a buscarse la vida lejos de aquí. Nuestros recién estrenados regidores, tienen mucha tarea. ¿De que sirve que arreglen las aceras si no hay gente que camine por ellas? Es estúpido gastar dinero en un centro de exposiciones si no hay gente que vaya a verlo. Hay mil ejemplos. Uno, en su ignorancia, llega a la conclusión de que las obras, faraónicas o no tanto, se hacen por inercia, por gastar un dinero que llueve de Europa o de nuestros impuestos, que es mucho más grave. Se gasta por hacer algo, porque es lo que toca; o, peor aun, porque algo, unos euricos, por caridad, llevaremos a la saca, que en esto del dinero siempre ocurre lo mismo: se cae por el camino. Nuestros dirigentes tienen deberes. Muchos; el primero y fundamental es lograr que nuestros hijos no se den el piro a otras ciudades, a otros países. Que se queden, que hacen falta. ¿Cómo lograrlo? Uno tienealgunas ideas, pero se niega a compartirlas. Quién cobra un sueldo por parirlas son ellos, por lo que blanco y en botella.

Estos días de estreno, los ‘nuevos mesías’, los de Podemos, andan algo levantiscos. Creen que son los ‘salvadores de la patria’. Están soberbios. Era de esperar. Cuando un ‘Juan Nadie’ toca el pelo del poder, piensa que la barra es libre y que se puede tomar todo el alcohol que entre en el cuerpo antes de caer borracho perdido. De todas las maneras, como lo de los ‘twitt’, la cosa se ha revolucionado. A ver, todo es mucho más sencillo. ¿La boca, los ‘twitt’, hacen juego? Si es que si, ya sabes: al juzgado. No estoy de acuerdo con lo que me has llamado o con lo que pretendes hacer conmigo, (matarme y eso), y te denuncio. Si gano, al talego. Punto y final. Si la boca no hace juego, barra libre. Puedo decir lo que me salga por lo cojones y tú, tonto del haba, a callar. Aclaremos, por tanto, las reglas del juego. Salud y anarquía.
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