09/11/2019
 Actualizado a 09/11/2019
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Así se han destrozado verbalmente muchos candidatos y representantes de nuestros partidos políticos durante esta mini campaña que aparentemente ha durado una semana, aunque llevemos ya años de propaganda permanente. Así actúan los unos contra los otros y hacia sus votantes, sin piedad. Ni un solo gesto amable, ningún conato de perdón. Parece que pedir disculpas, unas disculpas merecidas a los ciudadanos por habernos conducido a otras elecciones, por no tener capacidad de diálogo y pacto, por no resolver los problemas del país, unas disculpas que serían humanamente comprensibles, cívicamente obligadas, brillan por su ausencia. La culpa siempre será del de al lado; o del chachachá, vaya usted a saber.La humildad ha dejado de ser una virtud cuando debería ser la esencial. No reconocen sus errores ni lo harán; ni tampoco, llegado el caso, admitirán que hay cuestiones que ya podrían haber avanzado dejando el ego y la ambición en el perchero. Es piedra sobre piedra. Es el «y tú más» elevado a la enésima potencia. Ya cansan ustedes, señores candidatos, mediocres hasta la médula. Todos muy feministas pero incapaces de ceder su asiento a una mujer, en el sentido presidencial de la palabra. A una mujer que lo merezca, que existe, créanme. De hecho, algunas de sus compañeras les dan cien vueltas. Y hablando de vueltas y de dignidad, también de mujeres, mi admiración hacia la princesa Leonor me ha dibujado una sonrisa. Me ha encantado ver a una niña de 14 años derrochando sentido del honor y elegancia en Barcelona, hablando en un catalán más fluido que el de algunos diputados, afirmando que ‘Cataluña siempre ocupará un lugar especial en su corazón’ mientras afuera un grupo de vándalos irracionales quemaban fotos suyas y de su familia. Eso es poner la otra mejilla con mucha clase. Eso es apretar con inteligencia el botón de la concordia.
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