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Siglo de oro leonés

05/04/2021
 Actualizado a 05/04/2021
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Dice el inglés D. Dromgoole que allí, en su tierra, «cada veinte años descubren el siglo de oro español». Sobre todo el teatro, y se ponen como locos, a representar a Lope y a Calderón. En el ‘siglo de oro leonés’ no extraña que no se haya dado el teatro como se dan la poesía y la narrativa a tan alto nivel. No será este cronista quien ose enumerar nombres y títulos que avalen lo de ‘siglo de oro’, pues es tarea propia de expertos, profesores y estudiosos y no de los del gremio en general. Aunque, de todas formas, y a título personal, se podría constatar que la falta de teatro leonés coincide en las fechas con la escasez de teatro nacional.

En las letras leonesas, parece que ya proliferan las réplicas, aun antes de que los protagonistas de la primera generación hayan ascendido al Olimpo del reconocimiento general. Por ejemplo, Pablo Andrés Escapa, en su ‘Fábrica de prodigios’ crea un poeta, Porfirio Aldana Estienne, que escribe como aquel ya desaparecido fundador de Claraboya, Agustín Delgado, lo hacía en sus ‘Sansirolés’: «Sóplame, Musa, / que halitar te sienta/ la pluma que me guía, atenta / a tu bufar». Y «!Craso queso, aquí ceso¡ Acaso mi causa acuse el ocaso». Aunque la inmensidad de la escritura de Agustín Delgado va a resultar difícil de igualar por poetas como Hilario Aldana, lírico funambulista… Y ahí tenemos el famoso ‘Apócrifo’ de poetas leoneses firmado por Merino, Mateo y Delgado, de muy difícil superación.

Y salta la pregunta de qué tendrá que ver la tierra como sustrato de este boom de la literatura en León y la respuesta podría estar en una reflexión que se hace Irene Vallejo (la del genial ‘El universo en un junco’) en una de sus columnas tituladas: «Donde tiemblan los álamos», cuando habla de «donde enraízan los sueños». Y es que se suele hablar de los sueños como de algo etéreo, incorpóreo, e irracional, y acaso los sueños, como los álamos, necesitan enraizar para temblar, y tal vez la tierra leonesa contenga los nutrientes adecuados para ello, así sin más.

Parece un milagro que continúen apareciendo tantos grandes escritores en una tierra que, en lo económico, parece condenada a la vacuidad. Pero, en lo literario no, y no se incluye aquí nombre alguno, aunque bien podríamos comenzar por el propio Padre Isla, el sustrato aparece bien esparcido y rico en nutrientes, a la vista de los nombres nuevos que van creciendo y dando frutos en la vecindad. Será el azar. Aunque, como bien escribe el citado P.A.Escapa: «aún el azar exige talento».
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