Siempre se cuela una mirada

23/05/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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En cualquier acto, incluido el más solemne que imagines, siempre se cuela una mirada inocente, infantil, que no sabe ni de barreras ni de solemnidades.

Sólo es una mirada curiosa, que es mucho decir, por cierto.

No lleva cámaras. No lo subirá a su Facebook. No lo enviará por ‘wasap’. Es una mirada a la que no prestamos atención.

Y, seguramente, tampoco a esta mirada tierna e infantil le causará mayor impresión. Deja la escena ahí grabada, la mete en la nevera de los recuerdos y dormirá hasta que un día reviente, no se sabe cómo, y reaparecerá con todos los detalles, con todos los recuerdos, con todas las nostalgias. Su nube cerebral la había guardado pero ahí estaba.

Como aquellos niños que veían los velatorios sin darles mayor importancia, esperando a ver si caía algún caramelo, y con el paso de los años recuerdan la imagen del abuelo amortajado «como si lo estuviera viendo ahora mismo». Y el tiempo y la razón del tiempo hicieron su trabajo, ahormaron los recuerdos.

Como los niños que crecieron en las escuelas del castigo y la regla volandera y no daban mayor importancia, hasta que el tiempo y la razón del tiempo les encaminó por otros senderos.

¿Qué explotará en la mente de la niña sobre lo que hoy ven sus ojos?
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