Sí vencen a los elementos

20/10/2020
 Actualizado a 20/10/2020
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No es que Felipe II me ponga mucho, la verdad es es que no me pone casi nadie que se gane el pan con el sudor de el de enfrente, pero no se le puede negar que por lo menos nos dejó un legado que es como el primer mandamiento de todas las disculpas: «Yo no mandé a mis barcos a luchar contra los elementos», que todavía sigue teniendo vigencia y vida pese a que ya está de alta en la oficina de patentes desde 1588.

Viene la cosa a cuento de que sí hay quien parece libre de acogerse a la frase de quien llevó al desastre a la que parecía invencible armada —de cuando los españoles éramos los putos amos, que dicen ahora los adolescentes—. Y quien parece tener siempre las armas adecuadas para combatir «a los elementos» es la llamada Santa Madre, en castellano la Iglesia, que sigue adelante siglo a siglo con esos Felipes tan particulares que llaman Papa y a los que también ponen números para distinguirlos unos de otros; con ventaja para los Juan, que ya van por el XXIII y ahora con un argentino que no tiene número, querría el 10 de Messi y lo encontró cogido. Y a ver quién le lleva la contraria.

Mira un ejemplo de cómo siempre tienen armas para los elementos. Un simple perchero de sacristía parece poca cosa pero no le falta de nada: ¿Que llueve en la procesión, por los Santos o, incluso, hay goteras en una ermita vieja? El viejo paraguas familiar es la solución más segura; si la lluvia hizo del suelo un barrizal... el largo cinto ata a la sotana o al alba blanca para que no caigan en el fango; para hacerse oír está el manojo de cables que le dan voz a altavoces, micrófonos o megáfonos... ¿Para imprevistos? Una bolsa en la que puede haber de todo, de hecho lo hay.

Y para que no se te olvide dónde estás, quién organiza, quién derrota a los elementos: el incienso. Su olor es único y propio, de quien sí vence a los elementos.
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