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Si me sacan de León...

24/12/2017
 Actualizado a 14/09/2019
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Cuando aprendí murciano, descubrí a una gente verdaderamente fascinante. Lo hablo sólo en la intimidad, acho, pero gracias a ello he podido enterarme de los comentarios que la mayoría de los murcianos le dedican al tenista Nicolás Almagro. Viéndole sobre la tierra batida de RolandGarros, yo le suponía un héroe local, así que respiré aliviado al comprobar que los leoneses no somos los únicos que criticamos con saña a nuestros paisanos en cuanto empiezan a destacar. La consideraba una de las más odiosas características del carácter leonés, hasta el punto de que, en más de una ocasión, me he visto ante la difícil tarea de defender a los hermanos Quijano, cuyo estilo musical entre el mambo y el bolero me disgusta personal y profundamente, pero a los que es inevitable reconocer su orgullo de ser leoneses allí donde van. También he defendido por el mismo motivo, con mayor o menor entusiasmo, a Jesús Calleja, a Juanín García (¡ídolo!) e incluso a José Luis Rodríguez Zapatero, del que muchos de sus paisanos seguían diciendo que no era demasiado listo aunque hubiera llegado nada más y nada menos que a presidente del Gobierno... Como hay males que nunca se curan, al menos en esta tierra, ahora la grada del estadio Reino de León parece haberla cogido con el único jugador leonés de la Cultural y Deportiva presuntamente Leonesa. La eterna historia de siempre en esta provincia. Cataríes, holandeses, catalanes,canarios, argentinos, extremeños, poseídos por el espíritu de Sergio Ramos y macarras de cualquier nacionalidad pueden cometer errores garrafales que cuestan partidos y hunden al equipo en la clasificación, porque todo se les perdona, pero cuando falla un pase intrascendente un chaval del barrio de Pinilla no es sólo runrún lo que se escucha entre el público: hay también silbidos que evidencian el paletismo más rancio y algunas risas que exhiben los complejos más provincianos. Son ingredientes que, como el pimentón, no suelen faltar nunca en esta capital gastronómica. Me refiero a una grada que no se reconoce precisamente por ser la cuna del parlamentarismo y que tiene también el dudoso honor de haber sido pionera en pitar a Piqué... y no por envidia, que se podría entender, ni porque se haya convertido en un central mediocre desde que se jubiló Puyol, ni por su incontinencia verbal, ni por tantos y tantos motivos que se podrían encontrar, sino por su ideología política. Son los mismos entendidos de todos nuestros tendidos, los mismos que, por San Juan, además de fútbol, entienden también de toros y en, Semana Santa, de esculturas policromadas, pedreroles vocacionales que, cuando la Cultural se enfrenta al Valladolid, gritan aquello de «aquí están, estos son, los cojones de León» los que luego no le pasan ni una a Víctor Díaz ‘Viti’, más que digno lateral izquierdo que no ha dejado de crecer como futbolista, que se ha adaptado de forma sorprendente a una categoría que también es nueva para el que le pita aunque se le olvide, que se ha ganado la titularidad y que luce con orgullo el brazalete de capitán del equipo de su ciudad. A su entrenador, de momento, no le impone la UPL una cuota en la alineación. No ha conseguido nada por ser leonés, no sería justo, pero tampoco parece que lo sea que lo tenga más difícil que el resto por ser de aquí.
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