26/11/2019
 Actualizado a 26/11/2019
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Me imagino que en cualquier otro tiempo fue igual que ahora. Sin embargo, siempre tenemos la inclinación de considerar nuestra propia época como el culmen de los tiempos y, por tanto, como el momento en que siempre ocurren cosas absolutamente extraordinarias y sin precedentes. Es por ello que nos maravillamos al observar cómo la retórica política es un extraordinario vergel de sesgos. Un jardín enmarañado y salvaje de distorsiones y juicios inexactos, sesgos de atribución e incluso intelectivos, que más propiamente se llaman falacias.

Pero una nueva especie se abre paso entre tanta confusa vegetación. Lo llamaremos «sesgo constitucional», pues es una nueva forma de proposición falaz que establece lo que es pertinente o no, y por tanto pretende condicionar la posición de la ciudadanía, en función de un presunto mandato constitucional, aunque éste en realidad no exista. Me recuerda a un mal sindicalista que conocí hace muchos años que cuando no se salía con la suya, se inventaba artículos de leyes para que los demás cejaran en sus posiciones o reivindicaciones.

Ahora, cuando el alcalde de León, arrebatado tal vez por una crisis existencialista, habla del derecho constitucional a la autonomía de una de las regiones de España, los del «sesgo constitucionalista» no han perdido la ocasión para crear confusión. Lo cierto es que el Tribunal Constitucional, el único con legitimidad para interpretar nuestra norma fundamental, en sentencia de 1983 nunca dijo que esa pretensión estuviera fuera de la Constitución, es más, solo afirmó que no le correspondía en aquel momento pronunciarse sobre, cito, «el problema de si la provincia de León puede o no segregarse, ahora o en el futuro, de la comunidad autónoma a la que pertenece en la actualidad». Se estará de acuerdo o no, pero de ningún modo es una postura inconstitucional.

Caso especial, el de la señora Arrimadas, con su clásica falacia del hombre de paja. Porque defender una reforma del sistema territorial español no es ser independentista, muy señora mía.¿O los que hablan de suprimir ayuntamientos y diputaciones también son independentistas?
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