01/12/2019
 Actualizado a 01/12/2019
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En el espacio televisivo ‘Salvados’, a requerimiento del moderador Gonzo para que en una mesa de debate entre diputados electos de Galicia, Cataluña, Canarias, País Vasco y Teruel, levantasen la mano los que no se considerasen españoles, sólo Ana Pontón, del BNG, y Aitor Esteban, del PNV, la levantaron. Si embargo es de suponer que ambos portan un DNI que les acredita como españoles. Sentir y ser. Lo ocurrido asemeja al matrimonio civilmente constituido en que uno de los consortes tiene los sentimientos fuera del mismo en otra persona. Ser y sentir. Esprobable que ambos, tanto Ana como Aitor, estarían absolutamente más a gusto en un Estado conyugal sin discordancia entre el ser y el sentir. Pero no es así. Lo más deseable sería sentirse gallego, catalán, canario,turolense y vasco tanto como español. Sin embargo, el conflicto existe por la desavenencia entre el ser y el sentir. Y, por consiguiente, en España está sin resolver el problema de su esencia que hace su existencia descoyuntada.

Todos los pueblos en el pasado y en el presente han tenido problemas constitucionales que han perturbado su vida normal o le han envuelto en luchas. En España estos problemas han alcanzado proporciones excepcionales y jamás han llegado a resolverse. A diferencia de otros pueblos, España todavía no está hecha. Se halla secularmente en vías de constitución. Ortega y Gasset pudo hablar del «angustioso problema» que se plantea cuando se trata de averiguar por qué y para qué viven juntos los españoles. Y una contestación satisfactoria no la ha dado ni él ni nadie. No tiene nada de particular que la historia de España sea un caos ininteligible para los observadores de fuera. Lo que no obsta para que el canciller alemán Otto von Bismarck dijese que «España es la nación más fuerte del mundo, porque aunque ha intentado autodestruirse muchas veces nunca lo ha conseguido». Yo añadiría, «todavía». Los pueblos españoles se debaten por siglos entre el deseo de unión y la imposibilidad de amalgama. Mal ensamblados dentro de comunidades autónomas, históricas o no, uniprovinciales o supraprovinciales, no hemos sido capaces para armonizar la diversidad construyendo la unicidad.

No obstante, a pesar de la diversidad y de los obstáculos que se oponen a la coordinación de todos los pueblos españoles, éstos tienden a esa coordinación naturalmente como se ha demostrado a lo largo de la historia. Pero esta coordinación surge siempre que se despojan los prejuicios históricos o políticos cualquiera que sea el rincón de España en que hayan nacido.

Cuando sea posible ensamblar el modo de concebir España no sólo de los catalanes, los vascos y los gallegos, sino también de los castellanos, andaluces, canarios, valencianos y todos los demás no contagiados o que han superado la supuesta ‘ortodoxia’ unitaria, creemos que se podrá saber, al fin, lo que es España y que ésta será la de todos, fraternalmente. Como ocurre con las distintas selecciones nacionales (fútbol, baloncesto, balonmano, tenis, etc.) integradas en perfecta camaradería por deportistas oriundos de distintos puntos de la geografía española. Entonces descubriremos que no hemos estado tan lejos los unos de los otros con diferencias insalvables.

A todos aquellos preocupados por conseguir la unidad y ven en cualquier intento de autonomía un acicate para el separatismo, probablemente sólo una aceptación del federalismo pondría fin al a la reincidencia de un problema que se ha convertido en obsesión nacional y daría una estabilidad política definitiva a la convivencia.
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