04/07/2021
 Actualizado a 04/07/2021
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Ojalá ser masón para escapar por un momento del lodazal. Decir: «Chau, ahí os quedáis». Y marchar para la logia. Una vez allí, hablar de esto y de aquello. Ponerse el mandilín ése, darse la mano con formas raras, hablar bajo de asuntos importantes, notar que estás contribuyendo a salvar el mundo. Sentirse profundamente concernido por los males de la humanidad, pero al mismo tiempo estar en un aparte, ajeno a la humanidad.

Necesitamos el ritual como el comer. Repetir acciones que empezaron mucho antes que nosotros y que contribuimos a que pervivan. También la fe, que está siempre ahí, sólo que va migrando: de Dios al hombre y de ahí al dinero, el sexo o los Pokémon. Algo a lo que agarrarse de forma acrítica en un momento en que el suelo tiembla bajo nuestros pies. No me vendas cambio y mutaciones: dame estabilidad y dogmas.

La masonería mola porque tiene esta cosa oculta y mistérica, con sus ritos de iniciación (esos ‘lobetones’ que entran a formar parte del club en la tierna infancia), sus jerarquías con nombres rimbombantes (Gran Oriente, obediencias varias, etcétera) y sus personajes famosos, de Mozart a Churchill, pasando por Benjamin Franklin y Simón Bolivar. También está lo de la persecución, los ‘contubernios’, el señalamiento por Paco como causantes de todos los males. En definitiva, todo lo suficientemente sexy como para abandonar una realidad fea e inventarse una nueva, paralela.

También atrae esa fe ‘tuerta’ en el progreso imparable de la civilización. Más que nada, por oposición a esta idea generalizada de que ya está, que la cagamos y a partir de aquí sólo queda ir cuesta abajo y esperar que lo gordo les pille, como pronto, a unos biznietos que no conoceremos.

«Desciende a las entrañas de la Tierra, y destilando encontrarás la piedra de la obra». Toma ahí. Supera eso, modernidad, con tus oropeles falsos, tus engaños y tu hipocresía. Intenta producir algo tan mágico y extraño como el aria ‘La venganza del infierno hierve en mi corazón’, que canta la Reina de la Noche en ‘La flauta mágica’. Imagina comparar todo eso con las movidas políticas actuales y la sociedad ‘pocha’ que se ha quedado a raíz de todo lo sucedido en el último año y medio. No engañarte pensando que eres parte de la solución, cuando eres parte del problema. Preferir todo lo que nos rodea a levantar sables y hacer gestos raros con las manos por el bien común. Ojalá ser masón.
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