Ser ciudadanos de centro

Maximino Cañón
22/03/2021
 Actualizado a 22/03/2021
Nos encontramos en estos días, además de con las vacunas cuestionadas y una pandemia que, que aunque baja lentamente no cesa, con otro virus, este si localizado y fácil de combatir si se quiere. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso irrumpe en las noticias anunciando que convocará elecciones a la vez de cesar a todos los consejeros de Ciudadanos que formaban parte de su gobierno, incluido entre los cesados al propios vicepresidente y portavoz del gobierno. O sea, metiéndosela por la bajera. La cosa, dicen, empezó por una moción de censura en Murcia, promovida por el PSOE Y CIUDADANOS para descabalgar al PP sin que la cosa y los números estuvieran nada claros, como así pasó, al votar tres tránsfugas que retiraron sus firmas de la moción, a pesar de haberlas plasmado con anterioridad con el resto de compañeros de partido. La cosa se extendió pero quedó solo en amagos políticos al mantener el tipo allí donde los Ciudadanos comparten gobierno con el PP y, según sus portavoces, sin ningún tipo de problema. Una vez apagado este fuego pero con la chapa de la política caliente, y con una Ayuso exultante por la marcha de las encuestas, salta a la palestra el ínclito Pablo Iglesias, cual torero con muleta en mano, postulándose como candidato a las elecciones a la comunidad el 4 de mayo dejando de ser vicepresidente en el gobierno de Sánchez . Sorpresa y extrañeza. Con una izquierda dividida y una derecha en Madrid crecida, mucho se juega Iglesias con un partido (Podemos) que no pasa por sus mejores momentos. A falta de vacunas para todos, elecciones para unos pocos. Es una pena que un partido como Ciudadanos, que nació dando lecciones de valentía y de españolidad frente a ideas independentistas, llegando a ganar las elecciones en Cataluña, si bien sin mayoría absoluta que le permitiera gobernar sin servidumbres, acabe viendo como poco a poco de va desmembrando dejando en nada ese sueño con el que la mayoría de los españoles, cuando se les pregunta: ¿Usted de que ideología es? una gran mayoría responde «yo de centro» pero a la hora de votar «tararí que te vi». Yo que viví el nacimiento y muerte de un partido de centro, Centro Democrático y Social (CDS), con la ilusión del que entra en política sin otra pretensión que la de colaborar en el bien común, pude comprobar lo que desde dentro se cuece. En los tiempos previos a la democracia yo casi no conocí a muchos socialistas, ya que el grueso de la lucha antifranquista en la clandestinidad lo ocupaba el partido comunista, coloquialmente PC. Con la democracia imparable se aparecieron cuatro siglas importantes, la UCD con Suárez a la cabeza, Fraga con AP; Felipe González como gran promesa en el PSOE y Carrillo en el PCE como muñidor entre los nuevos partidos. La gente, sobre todo quienes vivieron la guerra civil, de tan triste recuerdo, apostaron por un casi desconocido Adolfo Suárez que, aunque proviniendo del régimen anterior, se postulaba como hombre de talante y demócrata. A Suárez le segaron la hierba los que decían ser de los suyos lo que acabó con su dimisión ante la variedad de facciones que componían la UCD. Como esto daría para mucho, conviene decir que la cosa terminó como acaban las familias con distintos intereses dejando paso al Socialismo encabezado por un líder con muy buenas hechuras (Felipe González) y un verbo convincente. Había opiniones para todos los gustos. Lo cierto es que la ciudadanía reclamaba un partido de centro y Suárez, sin ataduras, acompañado de fieles amigos y grandes políticos se lanzo a la aventura de un nuevo centro que ilusionara a los españoles sin estridencias. En el años 1987, después de una gran travesía por el desierto, y sin casi sin medios y puertas cerradas para dar a conocer su programa, el CDS saco unos buenos resultados tanto a nivel local, autonómico y nacional convirtiéndose en la tercera fuerza política de España, lo que provoco la inquietud en los partidos mayoritarios. En las siguientes elecciones la cosa se desinfló perdiendo voto y con la dimisión de su líder Adolfo Suárez. Esto brevemente puede ser una visión de lo quiso ser un partido equidistante y que murió en el intento. El Centro político tiene un problema, es que la ideología es hija de muchas madres. Entrando en lo que en Ciudadanos viene ocurriendo en estos días, no puedo dejar de sentir un cierto paralelismo con lo que el CDS fue por un tiempo para caer después en el intento. Quizás el error de Ciudadanos fue abarcar mucho abandonando el origen y el territorio donde dos lideres jóvenes y con arrojo, Rivera y una valiente Arrimadas, plantaron cara a quienes defendían las ruptura con España alzándose ganadores en Cataluña en votos y escaños en el 2017 (un millón cien mil personas votaron a la formación naranja). En estos momentos de pandemia y de dolor, se convocan elecciones con sus respectivos cabezas de cartel: Isabel Ayuso PP; Ángel Gabilondo PSOE; Pablo Iglesias y, a ultima hora, otro gran candidato por Ciudadanos Edmundo del Bal, Abogado del Estado y miembro del Congreso de los Diputados. Del Bal, por las veces que le he visto intervenir, puede ser la sorpresa en las elecciones a la Comunidad de Madrid. Para mi tiene lo que debe tener un político; amplia formación, buen cuíriculo, mesura, verbo valentía y, sobre todo, le interesa mucho más trabajar por una España mejor, que dedicarse a proferir exabruptos en el congreso de los diputados. Estas elecciones van a resultar interesantes como banco de pruebas para lo que pueda venir y, como en otras ocasiones, a esperar porque como dice el refrán «hasta el rabo todo es toro» y aquí hace falta un buen botiquín porque cornadas se esperan.

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