15/03/2016
 Actualizado a 18/09/2019
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Si de algunos dependiera, desaparecería la Semana Santa o al menos le quitarían el nombre y sus connotaciones religiosas, quedando reducida a unas simples vacaciones de primavera. Claro que, además del peso de la tradición y de la religiosidad popular, eso traería muchos inconvenientes desde el punto de vista turístico y económico. No imaginamos a los de Sevilla o de Valladolid o de tantos otros lugares de España y del mundo quedándose sin su Semana Santa. No obstante, para algunos lo que cuenta en esos días es solamente el disponer de un tiempo libre para hacer mero turismo, ni siquiera el llamado turismo religioso.

Pero lo de ‘Semana no tan santa’ no va solamente por eso. Desde tiempo inmemorial el pueblo creyente ha querido escenificar de alguna manera lo que aconteció hace veinte siglos y así poder entrar más fácilmente en el misterio de la pasión y muerte de Cristo. No es mala idea, pero puede darse el caso de que eso no signifique para nada ni creer en Jesucristo, ni mucho menos amarle de verdad.

Supongamos que un día, mientras se realiza una procesión con imágenes de Jesús, aparece por allí Jesús, no en imagen sino en persona, y nadie le hace caso, ni los cofrades, ni los que miran desde las aceras, porque todos están pendientes del desfile, que es muy bonito. Pero Jesús se encuentra mal, está solo, desea que le acompañen, que le presten un poco de atención… más no lo consigue. Parecería ridículo, pero más o menos es lo que ocurre con cierta frecuencia.

Mientras nosotros estamos pendientes de si llueve o no para poder sacar las imágenes, de las flores o de la banda de música, de la organización del desfile… cientos de miles de cristianos están pasando hambre y frío, huyendo de la guerra y de la muerte, precisamente por ser seguidores de Jesús. Y a España y a Europa entera le importa un bledo lo que les ocurre, siendo la única preocupación blindar las fronteras… Y Dios desde lo alto nos ve a ellos y a nosotros, a ellos sufriendo y a nosotros disfrutando de la Semana Santa. Más aún, Jesús mismo se siente realmente representado en los que lo están pasando tan mal, por eso de que «lo que hacéis o dejáis de hacer a estos hermanos míos a mí me lo hacéis o dejáis de hacer».

Resulta significativo que a la presidenta democristiana Ángela Merkel, partidaria de acoger a los refugiados, le hancastigado en las urnas, dando paso al resurgimiento de partidos de tendencia neonazi con su correspondiente racismo y xenofobia. Quizá ahora se entienda mejor por qué hablamos de una Semana no tan santa.
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