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Se arraman las cunetas

24/04/2022
 Actualizado a 24/04/2022
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«Dios no existe, lo que tú digas que no tengo tiempo para pamplinas, pero tú no tientes la suerte que los rayos caen donde les da la gana». La abuela no era de discutir y más «de lo que tú digas» pero la teoría del «por si acaso» la manejaba mucho mejor que Belén Esteban un puzzle de dos piezas. Así convenció a Mael de que se fuera a confesar después de 80 años: «Que no habrá infierno, no me aparto de ello, pero por si acaso nos confesamos y si hay cielo ya tenemos silla de primera fila».

Y no le faltaba razón. Sin ir más lejos —que hay que volver y la gasolina ya está a dos euros— ahí tienes el cabreo que pilló esta mañana San Comunero, que anduvieron con la maturranga de si vamos a la campa, que si no vamos, que si llevamos flores, que si las lleven ellos que para eso cobran y San Comunero pilló un rebote como una mona de Gibraltar y mira qué día nos mandó, que en vez del Día de Castillón parecía la fiesta de San Jorge, pero el patrón de Siberia.

Y es que hay que andar con mucho cuidadín cuando te pones a pedir, no se vaya a venir arriba el peticionario y se vuelvan los pájaros contra las escopetas, como hizo San Comunero. Ya le pasó a los de Valdorria hace unos años, que para el Santo Froilán cogieron de pregonero al director del Diario de León, que entonces mandaba mucho y obedecía más, y como el periódico fue cosa del obispado se conoce que le quedaba prosapia todavía en el cielo y se vino arriba el tal don Paco en las exigencias al cielo, pidiendo lluvia hasta que se arramaran las cunetas y se puso a nevar con tantas ganas que el tío Mauri y yo tuvimos que poner las cadenas para bajar con aquellos vericuetos de la carretera, que me río de que el santo Froilán subiera las 365 escaleras de la ermita, por la carretera con la nieve de don Paco lo quería ver yo. No te digo más que Avelino el del bar de Nocedo, que la zampa fue allí, no le dio salida a los helados hasta el corro de los aluches del 15 de agosto, que no hubo pregón.

Que ya lo decían la abuela y San Comunero, no habrá Dios, no me aparto, pero no tientes a la suerte.
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