13/10/2021
 Actualizado a 13/10/2021
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Sabía que tenía que escribir este texto ayer, lunes. Mas necio, me di a mis labores en otro de un largo febrero que me ocupa y hoy, como que el teclado anda endurecido o reclamando festividad –¿quién le habrá hablado a este aparato de derechos?– o quizá ande yo más espeso de lo habitual amén de algo cansado –solidariamente, entiéndase– con las varias tropas que han desfilado en tan unificada y celebratoria fecha (que si el Pilar, que si la hispanidad, que si las fuerzas armadas, que si el descubrimiento de las américas, que si el puente de mucho currelante) que, ya ven, llevaré al punto unos setecientos cinco caracteres, es decir, casi un tercio de los asignados y aún no sé sobre que escribirles.

Como no tengo ganas de decirles lo que me han parecido los muchos arengadores que de vario plumero la semana ha tenido, opto por contarles lo mejor que en mi semana ha habido.

Por incomprensible generosidad, fui invitado, junto a otros compañeros, a participar en un encuentro poético con motivo del Día mundial de la salud mental. Y allí, me quité el velo. Dije esto que, ahora, a usted le digo: porqué ‘Me dicen sano’.

Porque hay noches/ en que doy por seguro un nuevo amanecer.

Porque hay amaneceres/ en que no saludo al mirlo que cantarín me ronda.

Porque hay mañanas/ en que al tacto del agua no recuerdo el mar.

Porque hay desayunos/ en que no me embriago del profundo aroma del café/ ni rindo homenaje a la vaca desconocida.

Porque hay muchas ocasiones/ en que, teniéndolo, no celebro el pan de cada día.

Porque muchos días hay/ en que solo ante un mínimo dolor/ olvido la increíble perfección del cuerpo.

Porque momentos hay/ en que soy sordo/ a la trinada melodía sinfónica de los pájaros.

Porque hay instantes/ en que rehúyo una mirada/ o escondo una sonrisa o silencio un ánimo.

Porque paseos doy/ en que no abrazo los árboles que a ello me reclaman.

Porque aunque me piensen caballero/ no elogio, aun sea en silencio, las flores,/ ni disculpo mis pasos sobre la alfombrada yerba.

Porque me duplico con orden y método:/ sonrío y río, exitoso, en la calle;/ fracasado, para llorar me encuevo.

Porque soy riguroso crítico del teatro del mundo:/ nada que ver mis grandes tragedias/ con tus nimias comedias,/ nada mi congoja y aflicción/ con tu dicha y alegría.

Porque llego a la noche/ soberbio de vacío, rendido de vértigo y aun así/ me duermo dando por seguro un nuevo amanecer.

Me dicen sano, sí…/ Pero tú sabes, como yo sé,/ que salud mental no es todo lo que parece.

¡Salud mental!, y buena semana hagamos y tengamos.
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