01/10/2022
 Actualizado a 01/10/2022
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Froilán es un nombre con entidad. Ya ves, hasta en la Familia Real hay uno. Y ya, que en una familia leonesa haya un Froilán es más que meritorio, evoca a nuestro patrón más entrañable: Aquel avezado obispo que ya jovenzuelo se emancipó como ermitaño erigiendo un cenobio en Valdorria, allá por tierras del Curueño, a trescientos sesenta y cinco escalones montañeses esculpidos en plena roca. Se cuenta, que trajinaba las piedras para la construcción de la mítica ermita, gracias a la colaboración de un pollino que le ayudaba en tan ingrata tarea de portear las cargas. La gesta se les complicó cuando un famélico lobo decidió despacharse al burrín dejando a Froilán sin pezuñas de obra. Cuenta la leyenda, que el santo, ya despuntando aires milagreros, doblegó al lobo nombrándolo porteador subsidiario por imperativo episcopal, aunque lo de la cátedra vendría después. Su fama resolutoria de eremita andante propició que en el siglo X, se le nombrara obispo de la diócesis leonesa de la que es actualmente patrón.

Narran, que los malos augurios que formuló el santo respecto a la necesidad de que sus feligreses se enmendaran para evitarle desgracias al Reino, fueron cumplidas: Almanzor anduvo por aquí arrasando lo que pudo. Las huestes napoleónicas y el caudillo árabe protagonizaron por estas tierras sinfín de tropelías.

Necios que no supieron respetar lo que otros levantaron con esfuerzo.

Y hablando de necedades y necios, estos días miembros del Grupo Municipal de la Unión del Pueblo Leonés, han exigido al Equipo de Gobierno, que modifique, ipso facto, un par de fotos de la edición digital del programa de fiestas de San Froilán. Opinan que en estos festejos tan nuestros, no parece muy propio ilustrar el desfile de carros engalanados con caballos de feria andaluza enjaezados con borlas y demás coqueterías flamencas en lugar de nuestras vacas y bueyes montaraces de los que pastan y aran lo que les echen.

Tampoco les ha gustado, y razón no les falta, que para anunciar los campeonatos de bolos leoneses aparezca una foto de una bolera de Kansas City o de vete a saber dónde, que en nada se parece a las medias bolas y a los conos que en el castro se colocan.

Y es que lo nuestro ¡que empaque tiene! Esos carros y pendones. ¡Hasta el nombre de San Froilán!

Nosotros también tenemos uno en la familia, el tío Froilán, al que mi hija, Rebeca, cuando era pequeña, con su lengua de trapo, llamaba ‘Friolán’.

¿Ven como todo el mundo se confunde? Hasta los del Ayuntamiento.
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