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Rutinas del confinamiento

08/04/2020
 Actualizado a 08/04/2020
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No podemos ni debemos olvidar a los miles de afectados por esta pandemia que ha cambiado la vida a millones de personas en todo el mundo y, lo que es peor, para mal. Y no solo por los contagiados, sino también porque ese ejército de trabajadores que con su esfuerzo están poco a poco ayudando para que esta pesadilla se acabe, también están sufriendo lo suyo, por eso habría que dedicar aplausos vespertinos hasta el fin de los días. Pero también cuando volvamos a la vida normal y tengamos que esperar en Urgencias varias horas porque siguen sin poder atender a todos a la vez o cuando las consultas tengan a decenas de pacientes aguardando su turno, nos deberíamos acordar de los aplausos, y pensar por qué sucede todo esto. Ese ‘Resistiré’ que tanto se canta estos días, y que ojalá se cambiara por la buena, la de Barón Rojo, tendría que ser nuestro punto de partida al despertarnos y empezar las rutinas diarias por más que sea triste levantar la persiana y encontrar los bares cerrados a cal y canto. En mi caso son dos frente a mi ventana, y aunque hasta hace un mes apenas había ido dos o tres veces, y solo a uno de ellos, ahora no hago más que pensar que me voy a convertir en el cliente más asiduo que han tenido en su vida.Quizá cuando esto vuelva a la normalidad se me olvide, como la solidaridad que se suele ver cada día en millones de gestos y que sigue maravillándome e ilusionando, por más que haya una machacona ausencia en este derroche de generosidad, pese a que según llevan contando dos mil años, basan precisamente su existencia en eso, en la caridad y el amor al prójimo. Levantarse, desayunar, trabajar, comer, trabajar, ver la tele y a dormir. Esta rutina del confinamiento que en un día normal solo acorta el desplazamiento entre la comida y el trabajo nos deja tantas nuevas tareas que veremos si somos capaces de sostenerlas en el futuro.
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