Ritos de paso en verano azul

28/11/2018
 Actualizado a 14/09/2019
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Los ritos de paso de los últimos tiempos bien los podían marcar las bicicletas; aquellos que antes reglaban las viejas ordenanzas para los pasos de niño a mozo, hombre, vecino... que llevaban acarreados gestos externos ahora llegan en bicicleta.

Cuando un chaval pasa de poder andar en la bicicleta de su padre sentado en el sillín y no retorcido por debajo de la barra... ya va camino de ser un mozo e ir a las fiestas en esa misma bicicleta.

Cuando al llegar al pueblo desde el instituto le regalan una bicicleta con pompa y fiesta, las notas son de las de enmarcar y producir orgullo en la familia que con tanto sacrificio lo tiene estudiando.

Cuando aquellos viejos mineros que caminaban hasta el tajo con la fardela en la mano pasaron a llevarla en el portabultos de la nueva bicicleta es que la nómina había comenzado a arreglarse algo. Lo mismo que los obreros que atravesaban las ciudades al amanecer.

Los empresarios decían en sus biografías autorizadas que habían comenzado su carrera hacia el éxito con una Orbea.

Podían dejarlas en cualquier parte, nadie se atrevía a tocarlas.

Y de repente pasó a ser un juguete más. Los chavales saltan con ellas y hacen cabriolas. Los montes no se les resisten y las ciudades tampoco.

La vida comenzó a ser un verano azul... en bicicleta.
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