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Relojes parados

17/04/2021
 Actualizado a 17/04/2021
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Una raja cruza el cristal por la parte derecha, desde el 2 al 5. Sería de una caída, de un golpe. La esfera es blanca. La alpaca que la rodea ha perdido su color de plata falsa y está amarillenta (y ahora pienso si el sudor se ‘comió’ ese plateado). Las agujas son lo más llamativo en un reloj tan sobrio. Tienen dos pequeños espejos decorados con volutas y filigranas. Sobre la corona del reloj hay una cinta negra que servía para colgarlo de una punta en los maderos de entibación de la mina e ir viendo cómo pasaban las horas de la jornada laboral.

Es el reloj de mi bisabuelo Ricardo. Lleva parado muchos años. Me lo ha dejado mi padre porque de repente tengo un relojero aficionado en casa y está intentando repararlo. De momento ha descubierto que tiene roto el ‘muelle real’ y por eso de nada sirve darle vueltas a la corona. Por mi relojero aficionado particular he sabido también que es un reloj de una empresa suiza llamada SHR, marca Predilecto, y que es del llamado «tipo Roskopf».

El tal Roskopf, de nombre Georges Frederic, era un relojero alemán que vivió toda la vida en Suiza y acabó nacionalizándose en ese país. Su gran aportación al mundo de la relojería fue el llamado «reloj del proletariado». Roskopf pensó que si hacía un reloj con materiales baratos pero con un mecanismo resistente, lo comprarían los trabajadores. El precio, decidió Roskopf, debía ser más o menos el de una paga semanal. Roskopf acertó de pleno y el reloj se vendió muchísimo. Y también, como entonces no había sistema de patentes en Suiza, se lo copiaron muchas empresas.

Esta semana pensaba en seis relojes parados desde hace siete años y seis meses. Son las vidas de los mineros fallecidos en Gordón en octubre de 2013, en la Hullera Vasco Leonesa. Y pensaba también en qué ‘muelle real’ se ha podido averiar para que un juicio tan esperado y necesario vuelva a la fase de instrucción por una cuestión de seguros que ya tendría que estar resuelta. El juicio debe celebrarse con todas las garantías, pero después de todo este tiempo, de las largas horas de estos años, esas garantías ya tenían que existir. El reloj judicial tiene que ponerse en marcha.
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