17/05/2015
 Actualizado a 19/09/2019
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Hasta el pasado fin de semana, Rekarte era para mí un apellido estrictamente futbolístico. En concreto, el de los hermanos López Rekarte, leáse Luis, jugador de la Real Sociedad, Barcelona y Deportivo de La Coruña en los años 80 y principios de los 90, y su hermano menor Aitor, que recogió el testigo familiar en las filas del conjunto txuri-urdin para permanecer allí toda una década (en juveniles, el que suscribe tuvo que enfrentarse a él en alguna ocasión, que para eso somos de la misma quinta y jugábamos en la misma categoría). El caso es que el último programa de la temporada de ‘Salvados’, dirigido y presentado por el siempre incisivo Jordi Évole, nos colocó delante de otro Rekarte, Iñaki, nada que ver con el fútbol ni con los citados hermanos. Su pasado, mucho más traumático y siniestro.

Iñaki Rekarte era el jefe del comando Santander de ETA en 1992. Él apretó el detonador de la bomba que hizo saltar por los aires una furgoneta de la policía en aquel año olímpico. Ninguno de los agentes pereció, pero sí tres personas que paseaban por la ciudad cántabra en el momento de la explosión. El entonces jovencísimo etarra fue detenido poco después para pasar en prisión más de veinte años.

Como era de esperar, la entrevista puso a hervir el pajarito de Twitter, ese diabólico termómetro que hoy en día marca la temperatura de cualquier polémica, aunque el 90% de los comentarios que uno se pueda encontraren la citada red social no tenga ni pies ni cabeza, ni orden ni concierto.

Que cada uno diga y opine lo que quiera, faltaría más. Los hay que pusieron el grito en el cielo contra La Sexta por destinar un espacio televisivo de máxima audiencia al testimonio de un terrorista arrepentido. El propio Jordi Évole ha reconocido esta semana que ha sido su entrevista más difícil. En palabras del responsable de ‘Salvados’, «yo, a menudo, tengo el problema de mostrar gestos de empatía con el entrevistado. En esta ocasión me concentré para permanecer distante y que fuera el espectador el que sacara sus conclusiones». El resultado fue un documento de valor periodístico y humano incuestionable. Rekarte dice estar profundamente arrepentido y yo le creo. A él, como a tantos otros, le lavaron el cerebro los manipuladores del nacionalismo radical. Hoy es feliz al lado de una mujer gaditana que supo ver al hombre más allá de una fría lista de antecedentes criminales. No es habitual, pero en ocasiones las personas cambian. Y como dijo Pedro Calderón de la Barca, «vencer y perdonar, es vencer dos veces».
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