06/01/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Iniciar el año encontrando en un pozo el cuerpo de una chica asesinada y continuar el horror los días siguientes con más datos de esa muerte terrible, es un crudo despertar del sueño navideño de buenas intenciones y esperanzas para el año nuevo.

Con escalofrío y sin conceder tregua, vuelve la pesadilla de la violencia machista. Lo hace con los nombres de Diana Quer, una vida rota con sólo dieciocho años; y de José Enrique Abuín, su asesino confeso. Envalentonado por la falta de resolución del caso, su intento de abusar de otras mujeres en los días de Nochebuena y Navidad -esas fechas en las que se pinta una pacífica imagen de familias y amigos sentados alrededor de una mesa e hinchándose a turrón- muestra que la maldad y la barbarie nunca duermen.

¿Qué ocurre en un país en el que, en un año, han sido asesinadas casi medio centenar de mujeres por sus parejas o ex parejas? ¿Qué visión hay de la mujer: la de alguien que debe someterse o aguantar lo que venga, una víctima, un juguete? ¿Qué le pedimos a los Reyes Magos de la política y de la justicia, qué nos demandamos a nosotros mismos para cambiar esto? ¿Y las Reinas Magas: quiénes son y dónde están?

Este año se cumplen quince de la publicación del libro Íbamos a ser reinas, de la periodista Nuria Varela. Es una de las obras principales sobre el maltrato a la mujer en España, mucho antes de la Ley contra la Violencia de Género. En el prólogo que la autora hizo a la nueva edición de 2017, lamentaba que los cambios legales no hubieran traído la erradicación de esta violencia.

«Un marco jurídico adecuado -o al menos, en camino de serlo-, no significa una sociedad adecuada», escribía. Varela señala además que, desde la publicación del libro, más de 910 mujeres han sido asesinadas «por los hombres de los que se enamoraron».

A esas mujeres que tantas veces de pequeñas las llamaron princesas, les prometieron de mayores que se convertirían en reinas. Pero, como dicen los versos de Gabriela Mistral que dan título al libro: «Todas íbamos a ser reinas,/ y de verídico reinar; /pero ninguna ha sido reina/ ni en Arauco ni en Copán».
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