Regreso a la Ponferrada de la MSP

El Museo del Ferrocarril celebró el Día Internacional de los Museos con el encendido de la 31, que también sirvió para recordar el centenario de la inauguración del Ponfeblino

A. Cardenal
20/05/2019
 Actualizado a 17/09/2019
Encendido simbólico de la locomotora 31 ayer en Ponferrada. | A.C.
Encendido simbólico de la locomotora 31 ayer en Ponferrada. | A.C.
Hace justo un siglo y tras un año de trabajos no exentos de dificultades –una epidemia de gripe afectó a dos tercios de los obreros– la línea ferroviaria entre Ponferrada y Villablino, el mítico Ponfeblino, se hizo realidad.

En una época en la que el carbón todavía era oro negro, la necesidad de dar salida a las gigantescas reservas de la cuenca de Villablino aceleró la puesta en marcha de un proyecto faraónico para la época y que dio paso, de la mano de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP), a la época de mayor desarrollo de la zona.

Un siglo después, el Ponfeblino combate el olvido convertido en un arma política y rodeado de ‘mesías’ que vislumbran su regreso como tren turístico, pero sin avances reales tras años de promesas de todo tipo.

Ayer, aunque solo fue por unas horas, el Ponfeblino resucitó. La capital berciana celebró el Día Internacional de los Museos y el centenario de la inauguración de la línea con el encendido simbólico de la Locomotora 31, una de las máquinas más emblemáticas y el símbolo de lo que fue la Ponferrada del siglo pasado.

Centenares de bercianos no quisieron perderse la vuelta a la vida, aunque fuera por unas horas, de la máquina de la que tanto hablaron sus abuelos, un gigante de hierro que durante cuarenta años  se encargó de transportar mercancías de todo tipo y que pese a llevar treinta años de jubilación, volvió a escupir humo y a provocar la admiración y la nostalgia de generaciones enteras de ponferradinos, que no se lo quisieron perder.

De hecho, el acto, que inicialmente fue programado para el sábado pero fue aplazado por el mal tiempo, abarrotó las inmediaciones del Museo del Ferrocarril, volviendo a refrendar la preocupación de la sociedad berciana por su historia y su patrimonio.

Una cuestión de necesidad


La 31 volvió a la vida justo cinco años después de su último encendido, una inactividad que ponía en peligro la integridad de una de las ‘joyas’ del patrimonio ferroviario no solo del Bierzo, sino de toda España.

Una de las personas que mejor conoce la maquina es Roberto Alonso, uno de sus guardianes, que el pasado mes de marzo lanzó un SOS. «Como no se encienda pronto, esta máquina gripará y se terminará convirtiendo en chatarra».

Y es que la inactividad y el óxido creciendo en sus cilindros, se puede llegar a bloquear el movimiento de las ruedas, algo que ya le sucedió a otra de las locomotoras que forman parte del museo.
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