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Refranero y palancanero

11/02/2018
 Actualizado a 15/09/2019
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No hay nada más refranero que el invierno. No acabas de entrar por la puerta de la tasca y tienes una sentencia para lo que pasa y otra para todo lo contrario.

- Joder, ¡cómo nieva!

- Nunca nevó que no escampara.

- Pues al invierno nunca lo comió el lobo, por alguna parte tenía que reventar.

- Ni tanto ni tan poco.

- La nieve nunca es mala.

- Si fuera buena iba a caer aquí por el forro de los cojones.

- Dentro de cuatro días ya es todo agua.

- Lo vas a decir tú que no bebes más que vino, ni la pruebas.

Hasta que ya sentencia el entendido: «No hay primavera sin flores, ni verano sin calores, ni otoño sin racimos, ni invierno sin nieves y fríos».

Vale, pues a otra cosa. Una gaseosa.

Pero nada, la nieve los enfosca en el refrán y las predicciones y no salimos de la patá ni hablando de Andreíta la de Belén Esteban, que dicen las chirigotas que no tiene ni gota.

Y unos que esta nevada se veía venir porque los topillos ya habían llevado para la madriguera todos los caraculos de los espinos, era ya inevitable que si el grajo vuela bajo... como decía Sidoro al final del Telediario: «Esto no hay cabrón que lo entienda».

Y eso que a los refranes los carga el diablo, como bien pudo comprobar el bueno de Labordeta cuando entrevistó a Adelaida la de La Cueta y ella le respondió a todo con un refrán, un dicho o una copla.

- Adelaida, voy a estudiar todos los refranes y cuando vuelva por La Cueta le voy a hacer todas preguntas en forma de refrán.

- Pues hombre refranero o cantimploro o palancanero; le dijo la buena mujer sin inmutarse.
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