Recuperar la historia para "cerrar heridas"

La ARMH halla en la ‘Valleja de los muertos’ de Casasola de Rueda dos fosas con los restos de seis personas que murieron, previsiblemente fusiladas, en los años de la Guerra Civil

Cristina Centeno
19/07/2015
 Actualizado a 18/09/2019
Un grupo de la ARMH trabaja en la segunda fosa hallada en Casasola de Rueda, donde se han encontrado los restos de cuatro personas. | C.C.L.
Un grupo de la ARMH trabaja en la segunda fosa hallada en Casasola de Rueda, donde se han encontrado los restos de cuatro personas. | C.C.L.
«Después de 80 años, lograr recuperar los restos de seres queridos, lograr asumir un trauma que se ha transmitido generación tras generación, es un alivio personal, Conocer lo ocurrido significa poder cerrar heridas».

Identificar a las personas que fueron asesinadas para que los familiares «puedan enterrar dignamente a sus seres queridos», ese es el fin en el que trabajan, desde hace algunas semanas, varias personas de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica en la ‘Valleja de los muertos’, nombre por el que conocen los lugareños a este paraje de Casosola de Rueda, en el municipio de Gradefes, junto a una zona de curvas en la carretera LE-213 conocida como ‘Las Muelfas’.

El trabajo de la ARMH tiene un objetivo: identificar los restos exhumados para devolvérselos a las familias Desde que comenzaran la investigación, que surgieron por el reclamo de familiares de alguna de las víctimas que sospechaban que sus allegados habían sido asesinados en ese paraje, la ARMH ha hallado dos fosas, una primera con los restos de dos cuerpo y otra, justo al lado, con los restos de cuatro personas. Según Alejandro Rodríguez, historiador de esta excavación, es conocido que estos montes formaron parte de la «represión ilegal» que se dio desde el golpe de Estado del 18 de julio de 1936. A esta zona, según Rodríguez, se empieza a traer gente «desde agosto de 1936 y hasta febrero o marzo de 1938», años que coinciden con las sacas y fusilamientos de la Guerra Civil española que provocaban «desapariciones forzadas». «La mayoría de víctimas vienen de la prisión de San Marcos, pero hay determinados momentos puntuales, como octubre de 1937 cuando cae el frente norte, en el que se trae gente desde Cistierna, La Ercina, Sabero o Riaño», explica.

Los vecinos de Casasola y de los pueblos cercanos también recuerdan esta zona por «la cantidad de asesinatos que se cometieron» durante la Guerra Civil, «de ahí que se conozca como la ‘Valleja de los muertos’», explica René Pacheco, arqueólogo y director de las exhumaciones.

En las labores de campo, los voluntarios, junto a varios expertos, realizan un minucioso trabajo, armados de herramientas que les permiten tratar los restos óseos con la mayor delicadeza posible para, después, poder catalogarlos y comenzar con una investigación que permita identificar a quién pertenecen los restos para entregárselos, como última meta, a sus familias para que puedan «enterrar dignamente a sus seres queridos», reivindica Rodríguez.

Las estadísticas son optimistas. Desde que la asociación empezara a exhumar cadáveres en el año 2000, se han recuperado unos 1.500 cuerpos, de los que el 80% han sido identificados, aunque «a veces es muy complicado», asegura Rodríguez.

La exhumación que se ha estado llevado a cabo durante la pasada semana en Casasola es el «proceso intermedio de la investigación». Junto a los seis cuerpos encontrados en la ‘Valleja de los muertos’, por el momento, han ido apareciendo balas (alguna de ellas aún conservaba la fecha grabada en su base, 1936) y casquillos, que, con los signos de violencia que presentan los huesos, dejan bastante claro que las víctimas murieron por los disparos de armas de fuego. En esto también coinciden los vecinos más mayores de los pueblos cercanos, que reconocen haber oído disparos en alguna noche de esos años en la zona, aunque la memoria ya no les llega para recordar más detalles.

La fuente de los lugareños es una de las más preciadas por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. La mayoría, de forma oral, como confirma Pacheco, «testimonios que a día de hoy no suelen ser directos, porque la gente ha ido muriendo», lo que supone «una dificultad añadida al hacer este trabajo». «Hace años la gente te marcaba un lugar exacto», recuerda, «ahora es un paraje en el que hay que ir buscando». Pese a ello, «los testimonios siguen siendo fundamentales a día de hoy para encontrar estas fosas».

También se ha volcado «muchísimo», la gente de Casasola y «de los pueblos de alrededor», gente «que lo ha escuchado en casa durante toda la vida», por un lado, pero también «gente joven que sabe que aquí hay gente enterrada», lo que demuestra, dice Pacheco, «que la historia no se ha borrado». La colaboración quedó también demostrada. Un hombre mayor, de Villarratel y descendiente de Casasola, acudió al lugar en el que se están llevando a cabo las exhumaciones para aportar una documentación antigua, anterior incluso a la Guerra Civil, «por si es necesaria».

La Asociación ha exhumado unos 1.500 cadáveres desde el año 2000, de los que el 80% han sido identificados Él no había perdido a nadie de su familia allí, pero recuerda haber oído «de siempre», que «aquí habían fusilado a gente». Como esta visita, los trabajadores de laARMH recuerdan que se trata de un lugar abierto «donde la gente puede venir a ver, a preguntar o a conocer cuál es el trabajo que se realiza porque es importante que se conozca», resalta Pacheco. Personas voluntarias que «están solucionando problemas de derechos humanos en España sin que esté por detrás el Estado ni ningún tipo de institución apoyando», destaca.

En las exhumaciones, solicitan la presencia del juez. En este caso, acudió al lugar un efectivo de la policía judicial, que llegó a la excavación junto a dos agentes de la Guardia Civil para comprobar los trabajos y fotografiar los restos hallados, tanto humanos como de armas. «Solicitamos que venga un juez para denunciar que ha habido muertes violentas, pero ya no está estipulado como delito», explican desde la ARMH.



Los restos de las seis personas que se han encontrado en las dos fosas abiertas hasta ahora se encuentran en «bastante buen estado de conservación», confirman, por lo que confían en poner nombre y apellidos a estas «víctimas de la represión». Temen que las dos fosas, pese a que están justo al lado, sean de días diferentes (aunque de la misma época). Para identificar a las víctimas, tienen que conocer más sobre el enterramiento, el número de asesinados, qué personas fueron sacadas o secuestradas en un mismo día que puedan coincidir con éstas, o perfiles biológicos que aporta la antropología forense como el sexo, la edad o la altura, que puedan ir descifrando poco a poco de quién se trata.

Durante este verano continuarán los trabajos en la zona para seguir buscando fosas. «Estamos intentando buscar un enterramiento muy cerca de aquí que sería una fosa grande, de al menos una veitena de víctimas», confirma René Pacheco. Además, por los testimonios, en la zona puede haber muchos más cadáveres. «Nadie nos dice que a cinco metros de aquí no haya más», concluye.

Un equipo de doce personas


Un grupo de doce personas, voluntarios que se unen a las labores de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, trabajan en esta investigación que ha tenido como primer hallazgo dos fosas con los restos de seis personas, pero que, previsiblemente, continuará durante este verano ya que se teme que en la zona existan muchas más fosas con restos de fusilados durante la Guerra Civil española.

La mayoría, realizan el trabajo «sin tener nada a cambio, más que poder ayudar a los familiares a recuperar algo que no debería de continuar enterrado en las cunetas», explica René Pacheco, arqueólogo de esta investigación. «Ellos realizan el trabajo de campo, mientras que los que dirigimos la excavación estamos catalogando los restos con un trabajo científico necesario para que haya validez judicial si algún momento la justicia, que por el momento no lo va a hacer, decide hacer algo por investigar ésto», relata.

Financiación internacional


Precisamente, el trabajo de los voluntarios es clave en las labores de la ARMH, ya que se financia con el dinero que aportan sus propios socios y a través de algunos organismos internacionales, como el sindicato noruego Elogit, y algunos reconocimientos, como el premio Alba Puffin que recibieron el pasado mes de mayo, con una aportación económica de 100.000 euros.
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