28/08/2016
 Actualizado a 07/09/2019
Guardar
Santi Santos llorando porque parecía que era el final. Tamargo paseando como dueño del club por vestuarios y estadios. Un supuesto jeque de paseo por el Reino de León. Un descenso que en sus primeros momentos parecía una despedida. Una larga travesía por el desierto de Tercera. Un ‘mazazo’ en el primer ‘playoff’ para volver. Un larguísimo verano en el que a punto estuvo de no poder completarse en los despachos el ascenso conseguido ante 2.000 leoneses en Oviedo. Tres largas temporadas de vuelta en la categoría de Bronce asumiendo que ahora el objetivo era otro al de hace unos años.

Seguro que todo eso se le pasó por la cabeza a muchos culturalistas tras la victoria en el derbi en Ponferrada. Quizá sea la segunda mayor alegría de estos ocho años, por supuesto tras ese ascenso en la prórroga con una ‘marea’ de leoneses apoyando en San Gregorio. Es lo que hay, es lo que tiene salir de una larga ‘travesía por el desierto’. Triste consuelo dicen más allá del Manzanal, y con razón si lo miras desde su prisma de venir de vivir los mejores años de su historia y tener en este periodo hitos mucho mayores.

Pero es lo que hay. No se puede pasar del infierno al cielo de un solo gran salto. Y el de ayer fue uno bien grande. Por todo lo que significaba para la afición ganar en Ponferrada, y de esa manera tan contundente, después de lo que vienes. Pero sobre todo por todo lo que hace intuir que puede deparar el futuro.
Lo más leído