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Rebeldes tipo Jeanette

20/03/2022
 Actualizado a 20/03/2022
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La abuela Josefa jamás se alteraba cuando veía una riña entre vecinos, a no ser que viera volar los mangos de los azadones que ya era signo de conflicto armado (perdón por la expresión en estos tiempos) pero ‘muy raramente’llegaba la cosa a tanto. «Esto no pasa a mayores», decía, mientras se cruzaban palabras y reproches, riñas subidas de tono, y seguía la tremolina como el que escucha ‘Soy rebelde’, de Jeanette, como que no tiene visos de ser muy rebelde con aquella voz» de dulzura que pega menos con la rebeldía que Belén Esteban en un congreso de traductores.

Y cuando le echabas en cara que no ejerciera de «mujer de paz» en los conflictos de vecinos como lo era en tantos campos de la vida acudía ala realidad de la experiencia y sentenciaba mientras cogía el cabás para seguir su camino: «No llega el agua al río, no hay riña de vecinos que dure más allá de la primera nevada gorda».

Y no es esa tendencia a darle largas a la vida tan presente en la filosofía rural, ésa que cuando un paisano te encuentra espalando nieve para salir de casa hasta el bar y hacer algo de filandero te mira con cara de pena por la tarea y sentencia: «Deja la nieve en paz, que de ésta en agosto ya no queda nada». Y seguía su camino.

Él seguía y yo vuelvo al suco de la abuela Josefa que ya me esnorté; la verdad, estaba tardando.

Y es que tenía razón. Todas aquellas riñas del verano por los veraneantes o de la primavera por quitarse el agua para regar se acababan en la primera nevada, cuando al vecino se le hundía el tejado, le pillaba las vacas en el monte, se reventaba el agua o asuntos de importancia; ¿quién era el primero que aparecía con unos puntales para sujetar el tejado? Pues, el vecino de la riña, aquel que parecía un conflicto sin solución. Sujetaba el tejado, el otro enfadado decía «entra, que está la mujer haciendo café y hay unas pastas por ahí» y nadie se acordaba de que casi hay tremolina.

Así son los de la ruralidad. Mira los de Villamanín cómo están con las gentes de Ucrania; y mira que me caían mal cuando me levantaban las mozas en el Nagasaki. Pero, claro, nevó y ahí están.
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