08/01/2021
 Actualizado a 08/01/2021
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Las cifras alarmantes de avance de la pandemia a nivel internacional en países que hasta ahora parecían hacerlo mejor que nosotros, la cruda realidad de cuál será el ritmo final de vacunación y la aparición de nuevas cepas aún más contagiosas y que pueden comprometer la inmunización de la población, demuestra que la pesadilla de la pandemia está aún lejos de desaparecer y que al final, la irresponsabilidad de unos y la incompetencia de otros son catalizadores para que todo lo que pueda empeorar, empeore. Capítulo aparte es la situación económica por la que vamos a atravesar y que aún no estamos sufriendo ni en un 10% y que iremos sintiendo según vaya avanzando el año.

Si la situación sanitaria y económica no fuese suficiente para haber comenzado este 2021 con el pie izquierdo, el pasado miércoles fuimos testigos incrédulos de un asalto multitudinario al Capitolio de los Estados Unidos, un intento de golpe de Estado en toda regla y un atropello a la democracia, concretamente a la primera democracia del mundo, que bien por lo surrealista de las imágenes o por la distancia que nos separa con Estados Unidos, parece que hay mucha gente que no ha tomado consciencia real de la gravedad del asunto.

Lo vivido el miércoles en Washington algunos lo temíamos desde hacía tiempo debido al clima de enfrentamiento inédito entre adversarios políticos, agudizado por una crisis social y sanitaria sin precedentes en la historia moderna y unos gobernantes irresponsables. El asalto al Capitolio de los Estados Unidos lamentablemente es probable que no quede en un hecho aislado, si tenemos en cuenta que es un país de 330 millones de habitantes totalmente polarizados y donde existen unos 400 millones de armas en manos de algo más de 3% de la población.

Las causas y las consecuencias de lo que ocurre en Estados Unidos, son comunes a muchos de los países occidentales (incluido España) y aunque los motivos de vernos en la situación actual son numerosos, hay unos claros responsables finales que es cierta clase política. Políticos populistas, nacionalistas, autoritarios, radicales… que confunden el orden de ‘sus factores’ y en lugar de servir al ciudadano, se sirven del ciudadano para conseguir sus propios objetivos.

Los problemas de la gente van por otros derroteros, con otras prioridades y desvelos. Queremos trabajar, dar una educación a nuestros hijos, tener algo de tiempo libre y, en definitiva, ser felices y proporcionar felicidad a nuestras familias. Pero cierta clase política no lo entiende así, unos por acción y otros por reacción quieren, mejor dicho, necesitan, una sociedad enfrentada que justifique su presencia y sus soflamas, garantizándose seguir viviendo del momio mientras los ciudadanos nos matamos entre nosotros.

El miércoles fue Estados Unidos, pero en un futuro cercano seremos nosotros los que podamos sufrir asaltos al Congreso. Ya se llamó a rodearlo hace 8 o 9 años, de ahí a entrar, solo hay unos cristales rotos de diferencia.
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