16/03/2019
 Actualizado a 16/09/2019
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Ya nos dice la sabiduría popular que ‘favor con favor se paga’. Amigos de verdad, de esos que nos quieren sin alimentar intereses creados, pocos. Y si para un simple mortal sin poder e influencias la amistad es un tesoro, en política tener amigos es encontrar una especie de bálsamo de fierabrás, un prodigio que puede mantener al sujeto a flote de toda desdicha, aunque estos ‘amigos’ nunca den sin esperar.

El próximo jueves llegará la primavera a nuestras vidas como escenario de una carrera electoral que huele ya de lejos a guerra sin cuartel, con un tufo a podrido que asquearía a un celador de la morgue. Y la batalla es cuádruple: europea, general, autonómica y municipal. Con tanto sillón vacío esperando posaderas nadie quiere perder el tren al paraíso y en esta contienda a cuatro voces mixtas todo vale con tal de atrapar varas de mando. Lo lógico sería que cada palo aguante su vela, pero muchos se encaprichan en tomar el cirio que no les corresponde si con ello trepan a las posiciones más altas o seguras, aunque en política la seguridad nunca dejará de ser una cuerda floja al borde del abismo. Basta tirar un poco de cualquier hilo suelto en el pasado para que el monstruo feroz te trague con sus crueles fauces y de un día para otro la puerta giratoria te llevará de la gloria al infierno, bien lo sabe Cristina Cifuentes.

La lealtad ha dejado de ser virtud. El transfuguismo está de moda, suena incluso aventurero. Los desamparados por sus siglas no tienen más que colgar el carnet a la puerta de sus sedes y alistarse en Cs. El problema llega cuando las direcciones de los partidos prefieren rostros conocidos de antaño a la cabeza de sus listas en vez de premiar la lealtad de quienes llevan años creyendo en sus siglas. No me extraña que a Rivera le lluevan dimisiones. ¿Cómo ha podido llegar a pensar el delfín naranja que Silvia Clemente sería mejor candidata para presidir Castilla y León que Francisco Igea? Nunca vi sesgo más oportunista que el de esta señora. Un jueves da un portazo a los azules y a la mañana siguiente amanece vestida de naranja dispuesta a presidir la Junta a pucherazos. Este tipo de prácticas y otros traspiés van a arruinar un proyecto que podría haber sido el germen del gran partido de centro que España necesita y no tiene. El PSOE tampoco se queda atrás. Por eso el presidente no visitará algunos sitios, por si llueven alubias. Entérense de una vez, aparatos de poder, yo prefiero a un leonés luchando por mi tierra que a un apellido cuyos pies no caminan cada día por mi barrio.
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