31/12/2020
 Actualizado a 31/12/2020
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Por primera vez en todo el año, no sé sobre qué escribiré en esta columna. Es como si después de todas las locuras que hemos sufrido en este año del señor de 2020 que estamos a punto de acabar, mi cerebro se negase a funcionar de manera ninguna. ¡Son tantas las cosas horribles que hemos tenido que aprender a admitir como normales! Pero no hay que ponerse triste ni nostálgico. Seguramente este 2021, que ya está asomando la patina por el resquicio de la puerta, será tan malo y tan doloroso como su compadre. Muchos os acordaréis de los azulejos que había en los bares del Húmedo y que representaban dichos o cosas graciosas. Desde aquel que ponía ‘mañana fío, hoy no’ o el otro de ‘el que bebe, se emborracha; el que se emborracha, duerme; el que duerme, no peca; el que no peca, va al cielo; puesto que al cielo vamos, bebamos’, hasta llegar al mejor de todos: ‘hoy es un buen día; ya veréis como llega alguien y lo jode’. Pues lo mismo...

Siguiendo una ancestral tradición de cientos y cientos de lugares del mundo, esta noche tiraré por la ventana todo lo viejo y lo inservible (muebles, libros, ropa, comida) y esperaré a que el año nuevo me llene de venturas y, sobre todo, de cariño. Por si se le olvida al muy cabrón, procederé ahora a escribir las cosas que desearía que me trajese. Lo siento por erigirme en portavoz no autorizado de muchos cientos de hombres, leoneses o allegados, blancos, heterosexuales y con una edad en la que piensas que tu vida ha sido un fracaso. Es lo que tiene que te permitan decir lo que te dé la gana en un periódico...; sé que muchos no estaréis de acuerdo en lo que pido, pero os jodéis...

1.- Querido año nuevo, tráeme una novia o similar (una muñeca hinchable, por ejemplo) para que se me haga más llevadera la soledad.

2.- Haz que la gente de esta provincia deje de llorar (que es lo que mejor se nos da) y que se ponga a actuar; que haga algo, lo que sea, pero que lo haga. Un ejemplo, uno más, de lo inanes que estamos, es la dichosa ‘Mesa por el futuro de León’. Consigue que los políticos y demás tontos útiles que la componen dejen de mirarse el ombligo; que dejen que su presidenta (la única sensata de todos ellos) ejerza su función. Es lamentable que tanto talento (el de ella, sólo el de ella) se pierda por culpa de unos indocumentados que no saben hacer una ‘o’ con un canuto y que sólo sirven para obedecer la voz de su amo.

3.- Por favor, exilia a Madagascar (como quiso hacer Hitler con los judíos) al doctor ese que nos está dando la turra desde marzo a cuenta del coronavirus. ¿Por qué? Pues porque miente más que habla y, sobre todo, porque quiere ser gracioso cuando el pobre no tiene ni puta gracia.

4.- Por favor, da un respiro al Estado. Sí, sé que te resultará extraña esta petición viniendo de mí, que pongo a parir al Estado todos los días. Pero llega un momento en el que hasta yo me doy cuenta de lo injustos que somos. Los españoles somos los mayores pedigüeños de Europa. Cuando algo falla, cuando algo sale mal, acudimos al Estado para que resuelva nuestros problemas. ¡Home, ya está bien!, que el Estado no tiene la culpa de nuestros errores, de nuestros fracasos. Y que no tiene por qué solucionarlos. Sí, también sé que dentro del actual gobierno hay una parte que predica justo eso: el Estado se ocupa de todo, no te preocupes. Así nos va y así nos irá...

5.- Te pido por favor, año nuevo, que en este tu año, los libros bajen un poco de precio. De seguir como estamos aquí no va a leer ni Alá. Convence a quien corresponda de que la cultura debe de ser un bien de primera necesidad, como la leche y los garbanzos. Es de locos pagar veintitantos euros por un libro de doscientas cincuenta páginas. Ojalá volviesen la ediciones populares y baratas que tenían las editoriales en los años sesenta y setenta del pasado siglo. Con ellas muchos nos enganchamos como yonquis a la lectura.

6.- Llévate a Madagascar, junto al doctor ese sin gracia, a toda la troupe de ‘progresistas’ que nos envenenan el hígado con las bobadas que dicen. Lo malo del asunto es que los principales medios, sobre todo las televisiones, les den una cancha que te cagas... Están envenenando con sus estupideces a los jóvenes y ya les vale. Lo malo del asunto es que de ‘progresistas’ sólo tienen el nombre, por que sus hechos, en la mayoría de los casos, son de reaccionarios.

7.- Líbranos, año nuevo, de ciertas palabras que se usan muy a menudo y que me encienden el alma: transversal, inclusivo, justo, etc; mayormente las que utilizan hasta estropearlas los progresistas del apartado anterior. Son palabras contra natura, absolutamente carentes de significado en la vida diaria, pero que, a fuerza de repetirlas, acaban en nuestro vocabulario. ¡Ah!, y también aleja lo más posible a los anglicismos que se escuchan hasta en las conversaciones de los viejos. ¡Vade retro!

No te pido más cosas, querido 2021, que me quedo sin espacio y luego me riñe el que me permite explayarme. Un saludo y hasta dentro de doce meses. Salud y anarquía.
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