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Querer es poder

23/02/2020
 Actualizado a 23/02/2020
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León habló en la calle hace ocho días. Sin cortapisas. En libertad. Y hubo quien dijo –y fue verdad– que hasta rugió en medio de ese desierto en que se ha convertido la provincia leonesa. La ciudad de León, la capital, ya hace tiempo que se hundió en esa maldita aridez con la pérdida continuada de población. Es el termómetro de la debacle. La temperatura indica que la gente abandona la tierra sin la mínima esperanza por volver algún día. Un drama. Y, siendo aún más realistas, una tragedia.

Y es que en las aguerridas y concurridísimas manifestaciones del pasado domingo en León, Ponferrada y Villablino asomó, por encima de las pancartas y de las protestas, la preocupación por el día después, por el mañana más próximo; es decir ¿qué va a ocurrir con el territorio y sus gentes? ¿Quién va a dar el primer paso y cómo para revertir el escenario? La desazón y la incertidumbre continúan a flote.

Porque el presente más acuciante es saber cuál va a ser la voluntad de los dos partidos que en el plano estatal y autonómico manejan el cotarro. Y cuándo. Por un lado, el gobierno socialista de Pedro Sánchez tiene la sartén por el mango. El poder. Y ya se verá para qué lo usa y cómo. Y, por el otro, el Ejecutivo autonómico del PP, que pastorea Fernández Mañueco, está obligado a ponerse el mono del ‘curro’ y bajar al tajo. Sentir la oscuridad en la que viven los leoneses. Y aportar soluciones.

Las cosas francas. Si a corto plazo no se cubrieran las primeras expectativas de los leoneses, habría llegado la hora de poner en práctica la máxima del ‘ni olvido ni perdono’. Y sin titubeos. Con toda la carga implícita que conlleva. Se acabaron las chanzas. Y las bromas. Y los desahogos. Y las chapuzas, que, por sistema, han sido las promesas incumplidas por parte de unos y de otros. Los mismos que tienen la obligación de resolver los problemas al haberlos creado ellos con anterioridad.

Y en esa línea de responsabilidades, las fotos de algunos de estos políticos de ‘nivel’ que estuvieron presentes en la multitudinaria concentración, sonrojan. Y, si se apura, hasta escandalizan. Mejor hubieran estado sentados o dando un paseo por el monte. Todo, menos sumarse a la protesta y hacer el papelón. Que es lo que hicieron a los ojos de la sociedad civil junto a la que caminaron con la debida precaución al caso.

De manera, que en el supuesto de que no avanzaran las reparaciones exigidas a la situación por lo que a los leoneses les hierve la sangre, la paciencia concluiría en las próximas elecciones, que, aunque parezcan lejanas, no son más que un soplo en el calendario. El tiempo corre raudo. Que se lo pregunten a quienes mandan, ordenan y ‘ordeñan’ cada cuatro años. Bien lo saben, bien.
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