12/06/2021
 Actualizado a 12/06/2021
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Hace poco una señora me tildó de xenófoba por decir que un chino era chino. Yo escuché la retahíla preguntándome cómo querrán los chinos (con perdón) que nos expresemos el resto con respecto a su nacionalidad, porque para mí es un misterio.

Si yo fuese china, que bien podía haberme tocado en la lotería de la vida y no me habría parecido nada mal, preferiría que se me llamase china a que dijesen por ejemplo «es extranjera» o «es de color» como también se hace con los negros, cosa que a mí (y afortunadamente a muchos) me parece de lo más natural, ser negro.

Todo esto sin perjuicio de que condeno las bromas humillantes, las gracietas que no vienen a cuento y sin duda el racismo y la xenofobia, motivo por el que escribo este artículo, ya que en más ocasiones de las que nos imaginamos, es la intención y no la palabra, lo que hiere y vitupera.

Como convivimos con muchos idiotas, en su mayoría blancos, cerriles y españoles de varias generaciones, arrastramos una tradición del insulto cachondo a cualquiera que sea un poquitín distinto. Sin embargo, el humor debe tener líneas rojas en lo tocante a derechos humanos y nunca alimentar ideas que segreguen o marginen a los verdaderamente vulnerables.

No obstante, y a pesar de comprender esa actitud defensiva de negros, chinos u homosexuales, también creo que estamos llegando a cotas de psicosis que rozan el absurdo.

De entrada, no hay nada de malo en la palabra chino, tampoco en la palabra negro que, aunque se use en diversas expresiones de nuestra lengua, carece de maldad y no obedece a ningún tipo de racismo. De hecho, expresar que alguien es «Afroamericano» como hacen de forma políticamente correcta en Estados Unidos, es tratar de esconder algo que no debería dar vergüenza y además discrimina, ya que viene a recordarnos que son africanos y que vinieron de fuera. Una distinción que bien podría hacerse con los blancos, de procedencia extranjera también.

Del mismo modo, expresiones como «tengo la negra» o «lo veo muy negro» entre muchas otras, no son ofensivas, sino que simplemente usan la palabra ‘negro’ como una metáfora de la falta de luz.

El Diccionario nos ofrece esta primera acepción de ‘negro’: «Dicho de un color, semejante al del carbón o a la oscuridad total», la oscuridad que lo torna todo negro. Y esta asociación de ideas es la que ha dado históricamente al vocablo ese valor.

Creo, por tanto, que o nos calmamos un poco o vamos a terminar dándonos hasta en el paladar, cuando lo saludable sería normalizar lo que cada uno es y que pudiésemos expresarlo sin vergüenza y sin eufemismos.

Saber distinguir cuando algo es malintencionado parece la clave para una convivencia pacífica ya que, estarán de acuerdo conmigo, en que también los gordos se sentirán discriminados, pero muchos lo que quieren no es adelgazar para ser como éste o aquel, sino ser amados y aceptados tal cual son, gordos. Y que al igual que no les insultan, tampoco les tilden de sílfides en su cara, ya que una cosa es ser gordo y otra muy distinta ser bobo.

Cada uno es como es y es lo que es. A ver si nos enteramos y dejamos de pagar justos por pecadores.
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