10/05/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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La mayor satisfacción de un intervencionista de manual, un intervencionista con ‘Manual de resistencia’ en este caso, es poderse inmiscuir en cualquier comportamiento del individuo en su ámbito personal, profesional o empresarial. Si algo le gusta más que prohibir, es obligar.

La última ocurrencia antiliberal de nuestros gobernantes, ha sido la de obligar a toda empresa o autónomo a implantar en sus grandes o pequeños negocios, un sistema de control horario para todos sus empleados, lo que siempre hemos conocido como ‘fichar’ en el trabajo.

Da igual que estemos hablando de una gran fábrica con miles de empleados o un pequeño quiosco con un trabajador, todo quisqui vamos a tener que registrar la hora de entrada y de salida de nuestros trabajos y para adornar con un ‘lazo bonito’ otra nueva tropelía antiliberal, le ponen el atractivo nombre de ‘Decreto Ley de protección social’ llevándonos así, de un día para otro, a finales del siglo XIX, fecha en la que se creó el primer reloj de fichaje por una de las empresas que luego vinieron a fundar la conocida IBM.

Más allá de que la medida sea más o menos intervencionista, este Decreto Ley va contra el sentido común, el modelo económico español y los avances en el camino hacia la conciliación familiar y laboral, auténtico gran reto de nuestro sistema productivo que nadie ha tenido el valor de afrontar de manera audaz.

La idea de la vieja factoría en la que se pasaban los obreros 8 horas dando martillazos, ya está en muchos casos desfasada. Ahora, el mundo se dirige por otro camino. Cumplir unos objetivos y que cada empleado se pueda adaptar, con cierto margen, a sus circunstancias familiares e incluso sin un lugar físico de trabajo.

Es cierto que muchas veces definir objetivos es imposible. Si el trabajo es en la hostelería, el presencialismo es difícilmente evitable y si usted trabaja como camarero o como cocinero, fijar un trabajo por objetivos no es posible. Probablemente sea en ese sector donde trabajen muchos de los casi 400.000 empleados que declaran hacer horas extras sin cobrarlas ni compensarlas y quizá es ahí donde se tendría que fijar el regulador.

En estos momentos, mejor haríamos en bonificar los contratos de jornada continua, fomentar el comienzo de la jornada laboral más temprano, potenciar que el comercio cierre antes… Vamos, lo que se hace en Europa, sin ir más lejos…

No obstante, por dar un voto de confianza a la medida, quizá los relojes de fichar deberían inicialmente instalarse a la puerta de los despachos de muchos políticos, de ministerios y en la misma Moncloa.
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