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¡Qué desperdicio!

04/05/2020
 Actualizado a 04/05/2020
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El día que se levante completamente el confinamiento será como el 1 de abril o el 15 de octubre, fechas aproximadas en las que por vergüenza y responsabilidad ya destierras de donde estuvieran fijados los propósitos o los planes de Año Nuevo y del verano.

En mi caso, ahí siguen guardadas las películas y los libros, no he adelgazado ni he engordado un kilo, mis capacidades culinarias siguen tan sosas como antes, no he hecho nuevos amigos y tampoco creo que haya recuperado relaciones pasadas. Ahora que la veo, la pelusa con forma de gato de debajo del radiador no ha movido una pata. Qué vergüenza, qué forma de desperdiciar un confinamiento con tantas posibilidades. Ni un metro se han movido mis horizontes interiores.Temoesa primera reunión con otras nueve personas. Ya imagino cuando salga el tema y no tenga nada que aportar porque ni siquiera he salido a aplaudir todos los días. Espero que ayuden a distraer las conversación las 12 botellas de vino que me acaban de llegar para las catas virtuales de hace quince días. Puedo alegar que, por fortuna, he estado informando de la situación, que he estado trabajando y por eso en las más de 1.200 horas –unas 400 de sueño, no vamos a exagerar– que he estado metido en casa no he sacado tiempo para alterar mis hábitos. Ni siquiera puedo decir que he estado trabajando en pijama porque soy de los que no lo usa, pero soy una persona decente. Una vez más siento que he perdido el tiempo y si en la radio oigo cantar al Robe, directamente, lloro.

No me volverá a pasar. Ya tengo una lista de todas las cosas que quiero hacer el próximo confinamiento. He guardado todos los enlaces con consejos, con música, libros, películas, teatro, circo, cursos y gimnasia gratis. En cuanto abran las tiendas me compro el rodillo, la caja de herramientasy el robot de cocina. También reexploraré mis horizontes interiores. Yo no vuelvo a salir del confinamiento sin haber cambiado nada.
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